Celeste mergens, fundadora, days for girls international

Celeste mergens, fundadora, days for girls international

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_"CUANDO COMENCÉ, NO TENÍA NI IDEA DE QUE ESTO SE CONVERTIRÍA EN UN MOVIMIENTO”, DICE MERGENS. “PENSÉ QUE SIMPLEMENTE SATISFACÍA LAS NECESIDADES DE ESTAS NIÑAS"._ A propósito de


movimientos populares, la organización sin fines de lucro de Celeste Mergens, Days for Girls International, ha desencadenado uno mundial. Desde el 2008, ha brindado acceso a productos de


higiene femenina lavables y sostenibles para casi 800,000 mujeres y niñas de todo el mundo, con la ayuda de una red en expansión de secciones y grupos. Además, su modelo de microempresa


empodera a muchas mujeres para salir de la pobreza. La solución de Mergens a la necesidad universal de las mujeres, de la que rara vez se habla, hace posible que las jovencitas vayan a la


escuela sin interrupciones mientras tengan sus períodos menstruales y que las mujeres vayan al trabajo. De Nueva Orleans a Nepal, de Uganda a Guyana, ella y sus equipos eluden los tabús


culturales, y ayudan a las mujeres a entender más su propio cuerpo y a descubrir maneras de mantenerse seguras. “No voy a una barriada y digo ‘ustedes, pobre gente pobre’ porque sé que esas


solo son circunstancias…”, dice. “Uno puede gastarse mucho dinero avergonzando a las personas sin obtener los resultados deseados”. Pero cuando uno respeta su sabiduría y fortaleza, dice


Mergens, les da participación en la solución y una oportunidad de ser oídas. Mergens, madre de seis hijos y abuela de 15 nietos, estuvo casada por 35 años. Es afectuosa y amable, y sus


interacciones con el personal y los voluntarios de la sede principal de DfG,un edificio de modesta fachada en Bellingham, Washington, permite tener una idea de por qué las personas se


sienten atraídas hacia ella. Mergens comenzó su travesía cuando trabajada de voluntaria para un orfanato en Kenia en el 2008. Se consternó al enterarse de que muchas niñas ahi, sin poder


comprar toallas higiénicas desechables, se sentaban en pedazos de cartón durante todo su período menstrual, lo que las hacía faltar a la escuela por varios días. El problema no solo se


limitaba a Kenia. Alrededor del mundo, las niñas de bajos recursos recurren a varias soluciones: trapos, relleno de colchón e incluso excremento de vaca. Algunas de ellas son víctimas de


explotación sexual a cambio de dinero para comprar suministros.