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El Harlem de Louisville estaba en decadencia. Esta pastora lo revivió
En el 2011, como pastora de St. Peter’s United Church of Christ, fundé Molo Village CDC en un vecindario en crisis en Louisville a fin de brindar servicios muy necesarios a los residentes
pobres de la comunidad, en su mayoría negros. Esta es una labor de amor que brinda esperanza a estos residentes que sienten que han sido olvidados.
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El problema que estoyintentando solucionar
La comunidad de Russell, que cubre 1.4 millas cuadradas en West Louisville y alguna vez fue un vecindario deseable y diverso, era conocida como el Harlem de Louisville por su pujante
comunidad comercial afroamericana. Comenzó a declinar después de la Segunda Guerra Mundial, en un proceso exacerbado por las políticas nacionales. La demarcación y la renovación urbana
dividieron a esta comunidad antes robusta, destruyeron su desarrollo y crearon segregación. En la actualidad, los residentes experimentan problemas de vivienda, acceso limitado a alimentos,
poca educación y racismo sistémico, todos determinantes sociales de la salud que tienen consecuencias negativas, como enfermedades coronarias, diabetes, cáncer y muerte prematura. En el
2019, el 91% de los 9,590 residentes eran negros. El 60% vivían en la pobreza, en comparación con el 17% en el resto del condado. Casi el 30% estaban desempleados.
Para abordar estas necesidades, Molo (que significa “bienvenido a casa” en xhosa, un idioma sudafricano) creó Village@West Jefferson, una instalación de 30,000 pies cuadrados para usos
múltiples. Cuando abrió sus puertas en julio del 2021, se convirtió en el primer desarrollo económico nuevo de West Jefferson en Russell en más de 30 años. Los residentes de Russell ahora
tienen un banco en la comunidad, su primer restaurante con mesas, un programa educativo Early Head Start, una incubadora de empresas de tecnología para entidades propiedad de minorías, una
empresa de bienes raíces y el Norton Healthcare Institute for Health Equity, entre otras entidades. En un segundo sitio, ofrecemos grupos de apoyo para el consumo de drogas, programas de
escuela primaria y un banco de comidas, y trabajamos en estrecha colaboración con 200 personas que fueron encarceladas recientemente y se están reinsertando en la comunidad.
El momentoque despertó mi pasión por este proyecto
Luego de que me llamaran para ser pastora de St. Peter’s en el 2006, cuando me di cuenta de las necesidades de la comunidad, muchas personas me decían que les habían mentido. “Nos dijeron
que nos ayudarían y todavía estamos esperando”. Un hombre joven se destacó; dijo: “Todas las personas que me importan se van. Tarde o temprano, usted también se va a ir”. En ese momento supe
que no me iba a ir a ningún lado y que iba a estar en esto durante mucho tiempo. No sabía si iba a poder hacer mucho, pero iba a hacer algo.