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Nos compadecemos de cada uno de ellos y vemos los ciclos de la tragedia cuando la tradición choca violentamente frente a la modernidad. El propio matrimonio de la reina se fractura, ya que
el príncipe Felipe (sir Jonathan Pryce, un genio nombrado caballero por la verdadera reina) se aleja de ella y se acerca a la esposa de su ahijado, la condesa Mountbatten (Natascha
McElhone), una hermosa rubia 32 años más joven, que está de luto por la muerte de su hija de 5 años a causa del cáncer y por el declive de su propio matrimonio. Esto hace que Felipe parezca
cruel con Isabel, pero encantadoramente dulce con la condesa. Nunca había sentido ni una pizca de simpatía por el frío Felipe, pero Pryce me obliga a considerar sus sentimientos. Isabel
visita Rusia y convence al ebrio y exuberante presidente Yeltsin para que exhuma y vuelva a enterrar adecuadamente a sus primos, los Romanov, la familia real rusa, que fueron fusilados,
bayoneteados y arrojados a una fosa común por los bolcheviques en 1917. Felipe entra en contacto con su pasado ortodoxo ruso, le dice a Isabel que su matrimonio es una farsa vacía y critica
amargamente a sus antepasados (el rey y la reina de Inglaterra en 1917) por negarse a rescatar a los Romanov. Está mucho más emparentado con la malograda realeza rusa que ella, incluso
guarda un gran parecido físico con el asesinado Nicolás II. De hecho, el ADN de Felipe se utilizó para confirmar la identidad de los restos de sus familiares. Las escenas retrospectivas
históricas son fascinantes. Diana no es la única que parece prisionera de la corona, víctima de la historia tanto como de sus propios defectos trágicos. Cuando el castillo favorito de la
reina se incendia, la metáfora es evidente. Entretenimiento Paramount+ 10% de descuento en cualquier plan de Paramount+ See more Entretenimiento offers > Debicki retrata brillantemente la
creciente paranoia de Di cuando el escándalo aleja a su nuevo amor, el cardiocirujano pakistaní Hasnat Khan (Humayun Saeed), y el periodista Martin Bashir (Prasanna Puwanarajah) la convence
de que tanto sus mejores amigos como su familia política son sus enemigos más mortales. Ya has oído hablar de su tristemente célebre entrevista con Bashir en la BBC (“Siempre fuimos tres en
ese matrimonio. Estaba abarrotado”), pero el rostro expresivo de Debicki transmite más que el de la verdadera Diana. West nos hace sentir la decepción de Carlos por su incompatibilidad con
la menos intelectual y más animada Di, pero también su profunda dedicación a la nación, su vida frustrada esperando en la antesala de la historia, sus ideas inteligentes y progresistas para
reformar las tradiciones reales. Su encuentro con Di tras el divorcio, que oscila entre el recuerdo cariñoso y un resentimiento volcánico, es una clase magistral de actuación. También lo es
el conmovedor reencuentro de Margaret y el moribundo capitán Townsend. Además, se adentra en el drama familiar del último amor de Diana, Dodi Fayed (Khalid Abdalla), productor de la película
ganadora del Óscar _Chariots of Fire_, cuyo padre, el egipcio multimillonario Mohamed Al-Fayed (Salim Daw), increíblemente autoritario, hace que el príncipe Felipe parezca el adorable
presentador infantil Mr. Rogers.