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Soy una persona pragmática que tiende a dedicar toda su energía a un problema y atacarlo con soluciones prácticas y un plan de acción. Sin embargo, no había mucho que pudiera hacer sobre un
destino gobernado por el ADN. Soy propensa a sufrir ansiedad grave, y me pareció que solo iba a tener algo más por qué preocuparme. Al final, decidí que no estaba mental ni emocionalmente
preparada. En ese momento, mis hijos ya eran adultos jóvenes, así que me preocupaba lo que pudieran significar los resultados no solo para mí, sino también para ellos. ¿Cómo plantearles la
posibilidad de que su madre —o quizá ellos mismos— también pudieran padecer esta enfermedad en algún momento, mientras veían a su querida abuela vivir con los retos físicos del Parkinson?
Hace poco, sin embargo, empecé a pensar en ello de manera diferente. Si bien aún no estoy segura de que desearía saber qué me deparará el futuro, me gustaría tener la oportunidad de
participar en investigaciones que ayuden a identificar marcadores genéticos que, a su vez, pudieran conducir a un mejor tratamiento de la enfermedad de Parkinson y tal vez incluso a una
cura. Veo que la fundación que lleva su nombre, la Michael J. Fox Foundation for Parkinson’s Research (MJFF), lidera proyectos de investigación similares, y sé que muchas de las
investigaciones han dado lugar a importantes avances. Sopeso la posibilidad de comunicarme con la fundación para ver si buscan voluntarios para futuras iniciativas de investigación. Michael
J. Fox. APPLE TV+ UTILIZA SU PLATAFORMA PARA IMPULSAR LA INVESTIGACIÓN Y COMPARTIR INSPIRACIÓN Mi madre murió de COVID-19 en febrero del 2022. En las tres semanas transcurridas entre sus
primeros síntomas de COVID y su muerte, pasó por numerosos hospitales y otros centros de atención a menos de 45 minutos de su casa. Irónicamente, aunque nuestra familia se había mudado de
ese pueblo hacía muchos años, pronunció sus últimas palabras —diciéndome "ve con cuidado" cuando me aprestaba a manejar de regreso a casa en medio de una tormenta invernal— en el
mismo hospital donde muriera su padre 46 años antes. Por supuesto, no tuvo la oportunidad de ver el nuevo documental de Fox y, francamente, no estoy segura de que hubiera tenido la
suficiente fortaleza mental o emocional para encararlo. Pero le habría encantado saber que él todavía disfruta de muchos momentos felices con su familia. En el documental, vemos a la familia
demostrar fortitud y apoyo increíbles, al tiempo que se esfuerzan por tratar a Fox como a cualquier otro padre o esposo, con todas las bromas bienintencionadas que ello conlleva. Si bien
proceden de mundos muy diferentes, mi madre siempre fue gran admiradora de Fox, y también de la importante labor que él y la MJFF realizan para apoyar a las personas con la enfermedad de
Parkinson y promover la investigación encaminada a encontrar una cura. El hecho de que Fox siga viviendo su vida en público, demostrando logros impresionantes a pesar del evidente dolor
físico y los desafíos de movilidad, también es muy importante porque les muestra a otras personas con Parkinson que hay motivo de esperanza. En el documental, Fox señala que hay personas que
le dicen que él las ha inspirado a hacer cosas difíciles. Se toma muy en serio el papel de embajador en la comunidad. "Es una enorme responsabilidad, y no quiero arruinarla". No
obstante, parece injusto esperar que Fox, que es claro que experimenta cada vez mayores desafíos físicos y admite que trató de programar sus entrevistas ante la cámara de modo que
coincidieran con su régimen de medicamentos, soporte todo el tiempo ese peso sobre sus frágiles hombros. En el documental, vemos a su fisioterapeuta recordarle ante la cámara que "A
veces está bien no ser Michael J. Fox".