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2. ¿RESPETAS LOS LÍMITES (INCLUSO CON EL CELULAR)? “Lo que más oigo decir a los hijos adultos sobre sus padres en cada correspondencia es: ‘Tienes que respetar mis límites’”, relata
Coleman. “Eso se observa en parte porque la línea que los separa se ha vuelto muy imprecisa”. Según Coleman, la percepción de invasión crea tensiones. “El hijo adulto siente que, bueno,
aquí tengo mi propia vida y mis obligaciones, y no estoy aquí solo para estar a tu disposición cada vez que lo desees”, comenta. “Aunque no provoque un gran distanciamiento, sin duda puede
desencadenar una relación más conflictiva”. 3. ¿RECONOCES LAS REALIDADES DE LA RELACIÓN? “A veces eso es parte de lo que los adultos mayores no están dispuestos a considerar o reconocer”,
señala Tufts. “¿Hasta qué punto se sentían unidos? En aquel entonces las cosas eran distintas; los padres no se involucraban tanto, y por eso ahora los hijos adultos no se involucran tanto
con sus padres porque así ha sido siempre la relación”. Ahora bien, los padres no tienen por qué perder todo el control si sus hijos adultos tienen una lista de quejas; deben tener
compasión por sí mismos, explica Coleman. “La forma en que respondas a las quejas o las críticas es esencial, así que debes intentar no ponerte a la defensiva, sino simplemente encontrar la
parte que hay de verdad”, añade. “Si sientes que tu hijo está reescribiendo la historia, puedes decirle: ‘Caramba, no es así como lo recuerdo, pero seguro que no me acuerdo de todo [y] no
sabía que te sentías así’”. 4. ¿PUEDES ADAPTAR TU PERSPECTIVA? Tufts recomienda que sus clientes formen una red de apoyo que no incluya a sus hijos, ya sea para expresar sus problemas de
salud, ir al supermercado o cenar los domingos por la noche. ¿Eres una persona negativa, que solo se queja cuando habla con sus hijos? ¿Qué puedes hacer para ampliar tu perspectiva y tu
sistema de apoyo y así no depender tanto de tus hijos? ¿Hacer un nuevo trabajo voluntario? ¿Integrarte a una comunidad religiosa o a un grupo de ejercicio? ¿Reanudar un pasatiempo? En vez
de esperar ayuda, quizá puedas ofrecer ayuda a un hijo adulto, ya sea para cuidar a los niños, pasear el perro o comprar pizza a domicilio en un día laboral intenso. Los adultos mayores
deben encontrar cosas que contrarresten los efectos negativos del envejecimiento, pero quizá la familia no sea la solución, añade: “Aunque su familia se involucrara tanto como ellos
quisieran, tienen que encontrar su propio tipo de satisfacción”. 5. ¿PUEDES DARLE TIEMPO A LA SITUACIÓN? Todas las relaciones pasan por momentos difíciles y quizá tomar un respiro pueda
ayudar, sugiere Steinberg. Intenta darle a tu hijo algo de espacio y fíjate si las cosas mejoran al cabo de unas semanas. “Creo que, o no pasa nada y simplemente están ocupados, o sí pasa
algo, y quizá deberías tener una conversación tranquila para intentar averiguar de qué se trata”, recomienda Steinberg. También podría ser que, al menos por el momento, la relación vaya a
ser superficial y no se trate de la conexión profunda y franca que podría desear un padre, señala Coleman. Tal vez eso sea lo mejor que tu hijo pueda ofrecer en ese momento. Es más, quizá no
tenga nada que ver contigo, sino con algo por lo que tu hijo esté pasando o haya pasado. “Ser un gran padre no te garantiza que tendrás una relación con tu hijo para toda la vida”, sostiene
Coleman.