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TOMAS RODRIGUEZ/GETTY IMAGES Facebook Twitter LinkedIn
Para hablar sobre los problemas relacionados con la población que envejece y las necesidades de los cuidadores, primero tenemos que tener una conversación franca sobre las enfermedades
mentales y el suicidio.
Un número creciente de adultos en Estados Unidos sufren de enfermedades mentales y se quitan la vida. El suicidio es ahora una causa principal de muerte; las tasas de suicidio han aumentado
en un 31% (en inglés) desde el 2001. Y al menos 8.4 millones de personas en EE.UU. cuidan de un adulto con un problema emocional o una enfermedad mental.
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Mi padre se suicidó a los 66 años. Un pensamiento constante que tuve en los días después de su muerte fue: "He estado de luto por él durante años". Una y otra vez regresaba a la idea de que
sentía que el padre que yo conocía había muerto mucho antes.
Después de que se divorció de mi madre, su comportamiento se volvió cada vez más extraño. Empezó a distanciarse, y cuando hablábamos podía percibir su cansancio y oír los efectos obvios del
alcohol. Intentó comunicarse varias veces mientras yo cuidaba de mi madre (su exesposa) debido al cáncer. Ella no quería verlo, y yo me sentía herida y resentida porque él la había
abandonado (y a nosotros) y yo era la única cuidadora a una edad tan temprana. Le dije que lo contactaría cuando pudiera, una vez estuviera menos dolida y abrumada por el cuidado de mi
madre. El resto de nuestras conversaciones fueron señales de sus problemas de salud mental, los cuales yo no entendí completamente. Recibía mensajes de voz de él que no tenían sentido. En
una conversación, él pensó que yo era mi madre (quien ya había fallecido). En ese momento, supe que algo estaba mal —muy mal—. Y luego se quitó la vida.
Después de su muerte, hablé con varias personas que habían estado más presentes en los últimos años de su vida. Me contaron historias que me sorprendieron. "Hablaba mucho sobre su trastorno
por estrés postraumático (TEPT) de su servicio militar", dijo un amigo. Mi papá fue reclutado para Vietnam, pero lo enviaron de vuelta a casa porque no pasó el examen físico. No solo nunca
estuvo en el servicio activo, sino que estoy casi segura de que nunca salió de Boston. A medida que surgían historias como estas, entendí mucho mejor su estado mental. Me pregunto cuán
consciente estaba su esposa de su disfunción (ella nunca lo conoció en sus años más estables) y cuán difícil tuvo que haber sido para ella presenciar su deterioro y muerte.
Enfermedadesmentales: las señales
Reconocer las señales y los síntomas de una enfermedad mental no siempre es fácil. Mi padre parecía vivir una vida normal. Trabajaba duro, tenía amigos, disfrutaba el golf. Pero tenía este
elefante gigantesco sobre sus hombros que solo algunos de nosotros podíamos ver y que no debimos ignorar, como el alcoholismo, el comportamiento progresivamente errático y el
distanciamiento.
Nadie intervino y dijo "algo no está bien". Incluida yo.
Nadie puede evitar que alguien se suicide. Una vez leí que es como pensar que puedes detener un río embravecido tirando una piedra. Como familiares, amigos preocupados o cuidadores actuales
o futuros, debemos informarnos y prepararnos para abordar las enfermedades mentales de nuestros seres queridos.