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Collage de fotos: AARP (Fuente: Getty Images(4)) Facebook Twitter LinkedIn
Seis meses después de que mi esposo sufriera una lesión cerebral traumática, poco a poco fue recuperando el habla y la fuerza. Cuidar de él y de nuestros cuatro hijos, trabajar a tiempo
parcial y hacerme cargo del hogar me dejó completamente agotada. Una mañana, tras llevar a los niños a la escuela y a mi esposo a su sesión de rehabilitación, me desplomé llorando,
preocupada por el futuro incierto de nuestra familia.
Vi un destello repentino de luz detrás de mis ojos y una voz dentro de mi cabeza dijo: "Todo va a estar bien". Me inundó de inmediato una sensación de calma y paz.
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A lo largo de los años, he pensado mucho en ese momento. Crecí en una familia cristiana, y hay cosas en las que creo y otras que considero más como una tradición. Pero en ese momento, mi
miedo y mi preocupación se disolvieron y estaba ejerciendo una combinación de fe y espiritualidad. Y eso me impidió caer en un lugar oscuro.
Fe versus espiritualidadLa forma más sencilla en que se ha descrito la diferencia entre fe y espiritualidad es que la fe es la "parte religiosa" que se vive en comunidad, como en lugares de culto. La espiritualidad
es más bien un camino individual, una oportunidad para profundizar nuestra contención emocional, plenitud y capacidad para encontrar paz y propósito, especialmente cuando se trata de ser
cuidador.
Tenía curiosidad sobre cómo la fe y la espiritualidad ayudan a otros cuidadores, así que planteé esa pregunta en el grupo de discusión para cuidadores familiares de AARP en Facebook (en
inglés). Recibí muchas respuestas reveladoras. Algunos atribuyeron la creación de una mayor sensación de bienestar y calma al poder de la oración y a la fe en Dios; otros optaron por la
respiración profunda, la meditación y ejercicios de conciencia plena. Muchos hablaron de cómo practicar el arte de la gratitud, encontrar un propósito, rodearse del amor de amigos y
familiares y disfrutar de las cosas pequeñas cada día —desde luciérnagas hasta atardeceres— les ayuda a afrontar tiempos difíciles.
Angela Grubbs Jindra, de 52 años, de Chattanooga, Tennessee, escribe: "Escucho libros sobre la conciencia plena una y otra vez". Vicki McHugh, de 66 años, de Bayhead, Nueva Jersey, comenta:
"No podría haber mantenido esa fortaleza y actitud positiva al cuidar de mi hija [con] problemas de salud 24/7 a una edad temprana, y luego durante los últimos 12 años de vida de mi madre,
si no tuviera fe, además de un querido amigo; [ese] fue mi ingrediente secreto".
Robin Brown*, de 67 años, de Cleveland, se apoya en su fe y también batalla con ella mientras cuida de sus seres queridos. "Aunque soy agnóstica, abrazo gran parte de la fe y las costumbres
judías con las que crecí. Si bien tengo la esperanza de que las cosas mejoren, me es difícil creer que un Dios lleno de amor infligiría a nuestros seres queridos, y por consiguiente a
nosotros, la situación con la que estamos lidiando".
Proporcionar estructura al cuidadoJoy Miller, de 73 años, de Peoria, Illinois, es una consejera clínica profesional con licencia especializada en el trauma y el Holocausto. También es cuidadora de su esposo, John Miller, de
74 años, quien padece la enfermedad de Parkinson y demencia.
"Ser cuidador te pone en una situación con la que no tienes experiencia y en la que muchas cosas dependen de ti", dice Miller. "Para muchos cuidadores, la fe los ayuda a sobrellevar las
dificultades, les ofrece el oído atento de un poder superior y de alguna manera se convierte en la estructura que proporciona el 'porqué' o el propósito detrás de ello".
Miller ha visto cómo las personas sin una fe sólida a menudo necesitan encontrar otras técnicas de afrontamiento como cuidadores. "Es entonces cuando la espiritualidad puede ayudar a las
personas a acceder a ese poder superior de una manera más personal, con cosas que brindan significado y alegría", agrega.