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Otro fármaco GLP-1, llamado tirzepatida, no ha sido aprobado aún por la FDA para tratar la obesidad, pero al igual que la liraglutida y la semaglutida, está aprobado para el tratamiento de
la diabetes. Un estudio publicado (en inglés) recientemente en _The New England Journal of Medicine_ halló que quienes participaron en ensayos clínicos perdieron, en promedio, alrededor del
20% de su peso corporal. No obstante, es importante destacar que estos fármacos más nuevos no producen maravillas en todas las personas, y que algunos de los fármacos para bajar de peso que
están en el mercado desde hace más tiempo continúan siendo muy eficaces para ciertas personas. “Los resultados varían ampliamente para todos estos medicamentos”, dice Griauzde. “Nunca vamos
a tener una solución única que sirva para todos cuando se trata de obesidad”. Entretenimiento Paramount+ 10% de descuento en cualquier plan de Paramount+ See more Entretenimiento offers >
NO ES COMÚN QUE LA OBESIDAD SE TRATE CON FÁRMACOS MEDICAMENTOS PARA BAJAR DE PESO La FDA ha aprobado cinco fármacos para uso prolongado: * orlistato (Xenical, Alli) * fentermina-topiramato
(Qsymia) * naltrexona-bupropión (Contrave) * liraglutida (Saxenda) * semaglutida (Wegovy) Un sexto fármaco aprobado, la setmelanotida (IMCIVREE), está limitado a personas a las que se les ha
diagnosticado un trastorno genético poco común. Hay varios otros medicamentos que están aprobados para uso a corto plazo. _Fuente: Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades
Digestivas y Renales_ A pesar de su eficacia, son pocas las personas que tratan la obesidad con fármacos. De hecho, un estudio publicado en el 2021 en _Mayo Clinic Proceedings_ realizado por
un equipo de investigadores —entre quienes se contó Stanford— halló que a solo alrededor del 1% de los adultos (en inglés) que cumplen con los criterios se les prescribe un medicamento
contra la obesidad para tratar ese trastorno crónico. En vista de que se anticipa que la prevalencia de la obesidad aumentará a casi el 50% para el 2030 (en inglés), Stanford dice que
estamos lejos de alcanzar “un potencial significativo si solo el 1% recibe estos medicamentos”. La obesidad aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas y de cáncer, las dos causas
principales de muerte en Estados Unidos. También es un factor de riesgo para sufrir complicaciones de la COVID-19, que es la tercera causa de muerte entre la población del país.
“Simplemente, no estamos utilizando las herramientas adecuadas para enfrentar la magnitud del problema”, agrega Stanford. BARRERAS QUE DIFICULTAN EL USO DE LOS FÁRMACOS PARA BAJAR DE PESO
Los expertos señalan varias razones por las que estos fármacos están subutilizados. El acceso es una razón importante. Si bien algunos de estos medicamentos han estado disponibles durante
años, muchos pacientes no saben que existen, por lo que no le preguntan al médico sobre ellos, dice Stanford. Y muchos médicos no los prescriben porque, con frecuencia, la obesidad no se
trata como otras enfermedades crónicas, a pesar de que la American Medical Association la declaró enfermedad crónica hace casi diez años. “Cuando un paciente se presenta con diabetes tipo 2
mal controlada, no le digo simplemente que coma menos y haga más ejercicio. Trato su enfermedad. Pero no hacemos lo mismo con la obesidad”, dice Stanford, quien también señala que son muy
pocos los médicos que están entrenados en la medicina de la obesidad. El estigma que rodea a la enfermedad tiene algo que ver. Hay una creencia generalizada de que la obesidad es un problema
de motivación o fuerza de voluntad, dicen los expertos. “Creo que algunos médicos no se animan ni siquiera a abordar el tema del peso del paciente porque no quieren ofenderlo”, agrega
Griauzde. Y también está el costo de los medicamentos. Los fármacos GLP-1 más nuevos cuestan alrededor de $1,300 al mes, y la mayoría de los planes de seguro no los cubren cuando se
prescriben para la obesidad. (No obstante, muchos planes los cubren cuando se prescriben para la diabetes, bajo una marca diferente y con una dosis ligeramente diferente. Stanford reconoce
que esto puede ser una solución para algunos pacientes). “Nunca conocí a alguien que dijera: ‘Puedo costear esto. Lo pagaré de mi bolsillo’. Honestamente, ni un solo paciente”, dice la Dra.
Lauren Oshman, médica generalista y profesora adjunta en el Departamento de Medicina Familiar de University of Michigan.