'los yugoslavos': palabras para guiarnos en la oscuridad

'los yugoslavos': palabras para guiarnos en la oscuridad

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JUAN MAYORGA ha vuelto a crear una obra donde se pregunta por la identidad, las palabras y los silencios, el amor y sus límites, la atracción de la libertad y de la verdad. En 'Los


yugoslavos' se busca un secreto y una transformación, ... se busca volver a una normalidad que ha saltado por los aires. La pérdida, los abismos de la mente, el matrimonio y sus huecos,


las incomunicaciones de los padres y los hijos, los fantasmas de la memoria, la espera desfilan por el escenario y desean que el encuentro con el otro pueda ayudar a desvelar una curación


interior. Mayorga crea un relato de misterio, una historia llena de enigmas y de espectros. TODOS SON ESPECTROS. El bar, donde transcurre la acción, ya solo es la sombra de lo fue. Martín,


el dueño, perito en conversaciones ajenas, es solo un coleccionista del pasado y un mendigo del presente. Gerardo no es un ángel salvador, solo un charlatán bondadoso que ni siquiera puede


comprender a su hija Cris. Ángela, la esposa de Martín, es una mujer sin rumbo que ha decidido enmudecer, convertirse en un fantasma de las palabras. Y la habitación conyugal es un lugar


devastado. Con todo ello, el juego argumental desarrollado por Mayorga es fascinante, realmente hipnótico. Personajes que, al buscar la curación de Ángela, nos descubren que deben sanarse a


sí mismos, presos de su propio caos vital, y donde resuenan los roles de género: unos hombres y sus palabras huecas y unas mujeres y sus silencios, sus márgenes y sus pérdidas pero que serán


quienes resuelvan la trama. Como es propio del teatro de Mayorga, la agilidad de la obra no está reñida con su hondura, una agilidad a la que ayuda el acierto de haber dividido el escenario


en una suma de ambientes. Desde ellos, Mayorga levanta el drama de estos SERES LLENOS DE MIEDO, y propone un pensamiento sobre la necesidad de buscar las palabras verdaderas en estos


tiempos de verdades y palabras gaseosas, sobre la necesidad de encontrar un lugar en el mapa después de tantos desafectos y melancolías. 'Los yugoslavos' es una obra llena de


espejos. En ese bar hay un diálogo de Mayorga con su propio teatro: 'Los yugoslavos' nos remite a una obra homónima, a aquellas gentes oscuras que viven en el limbo de un lugar que


dejó de existir; por aquí se reflejan también aquella cartografía de un mundo en peligro de 'EL CARTÓGRAFO'; ese viejo cliente que como Waterloo y Bailén en 'REIKIAVIK',


juegan al ajedrez; en una mesa del fondo descubrimos a María Luisa; y Martín no deja de hacer guiños a obras como 'LA COLECCIÓN'. Y sin embargo, todos los hilos argumentales, tan


logrados, hubieran necesitado un cierre, un final en sintonía con la altura y la belleza que atraviesan el texto. Porque hay aquí un autor dueño de unos recursos creativos realmente


valiosos, de una voz tan propia como singular, pero ese final todavía busca su forma definitiva en esta gran, sobresaliente e intensa obra que es 'Los yugoslavos'.