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30/05/2025 ACTUALIZADO 31/05/2025 A LAS 04:46H. El asesinato de Antonio Navarro, ocurrido en 2017 en un garaje del barrio valenciano de PATRAIX, vuelve a acaparar titulares. NETFLIX ha
estrenado este viernes la película 'La viuda negra', que está basada en el caso, una historia real que conmocionó a la opinión pública por la frialdad del crimen y el entramado
sentimental que lo rodeaba. La producción revive el asesinato planificado por María Jesús Moreno, más conocida como MAJE, y ejecutado por su amante, Salvador Rodrigo. El estreno ha
despertado de nuevo el interés por uno de los crímenes más mediáticos de la última década en España. La cinta, dirigida por Carlos Sedes, recoge los momentos clave de la investigación, el
juicio y la doble vida de la enfermera que orquestó la muerte de su marido. «EL PLAN PERFECTO» El 16 DE AGOSTO DE 2017 comenzaba como un día cualquiera para el ingeniero ANTONIO NAVARRO, de
36 años, que a las 7:40 de la mañana se dirigía al garaje donde estaba aparcado su coche para ir a trabajar, donde fue atacado de forma sorpresiva por un hombre que lo esperaba oculto detrás
de otro vehículo. Recibió seis puñaladas mortales que le perforaron los pulmones y el corazón, provocándole la muerte en menos de un minuto. El escenario del crimen, un APARCAMIENTO SIN
CÁMARAS y de difícil visibilidad, y la fecha, en pleno puente de agosto, hicieron pensar a los investigadores que el ataque no fue casual. Según relataría años más tarde el fiscal del caso,
fue «el plan perfecto». Fue un vecino quien descubrió el cuerpo cerca de las 15:30 horas y dio aviso inmediato a las autoridades. Para entonces, la esposa del fallecido María Jesús Moreno,
ya sabía, según determinaría la investigación, que su marido estaba muerto. Sin embargo, SEGUÍA ENVIÁNDOLE MENSAJES A SU TELÉFONO MÓVIL SIMULANDO NORMALIDAD. Navarro y Maje vivían a escasos
metros del lugar del crimen y estaban a punto de celebrar su primer aniversario de boda. Las primeras pesquisas de la Policía descartaron rápidamente la hipótesis de un robo, puesto que la
entrada al garaje no estaba forzada y la víctima conservaba sus pertenencias. La actuación violenta del agresor, la elección del lugar y la planificación evidenciada en los detalles llevaron
a los investigadores a considerar otras líneas de investigación. El PRIMER INTERROGATORIO A MAJE se produjo al poco de llegar al lugar de los hechos, en el que ella alegó haber salido del
trabajo en el hospital y haberse encontrado con el despliegue policial. Su actitud, sin embargo, llamó la atención de los agentes, quienes al día siguiente observaron contradicciones y un
comportamiento que definieron como «extraño». En su declaración, Maje describió a Antonio como un HOMBRE POSESIVO Y CONTROLADOR, a pesar de haber defendido previamente la buena salud de su
relación. Incluso insinuó que él podría haber sido infiel, y sostuvo la hipótesis de un intento de robo, asegurando que su marido podría haber enfrentado a su agresor. LAS PRIMERAS
CONTRADICCIONES Pocos días después, el caso tuvo un giro inesperado, cuando la viuda contactó nuevamente con la inspectora encargada del caso para confesar que no había contado toda la
verdad. De forma paralela, la mejor amiga de Maje confesó a las autoridades que la ahora conocida como viuda negra, tenía una RELACIÓN EXTRAMATRIMONIAL con un chico que se llama José. Fue
entonces cuando confesó a los investigadores del caso que dormía con su amante muchas noches, incluida la anterior al asesinato, asegurando que este no sabía que estaba casada, para no
involucrarle en el caso. Sin embargo, la policía lo convirtió en uno de los principales sospechosos. Además, como se pudo saber posteriormente, el publicista no era su único amante, y las
mentiras en sus relaciones eran algo habitual. Pero José no es el único que está en el punto de mira, ya que Maje también se convierte en sospechosa tras leer una carta llena de
contradicciones en el entierro. No obstante, el tercer posible agresor no se identificó hasta tres meses después, en noviembre, cuando la investigación dio un nuevo vuelco y apareció otro
hombre hasta entonces desconocido. Se trata de SALVADOR RODRIGO, un auxiliar de enfermería del hospital en el que Maje trabaja, veinte años mayor que ella, casado y con una hija. Esta nueva
identidad se descubrió después de que la Policía interviniera el teléfono de Maje y descubriera que, desde al menos cuatro días antes del crimen, utilizaba un segundo terminal para
comunicarse con Salvador, un celador del hospital. El móvil, facilitado por el propio Salvador, les permitía hablar sin levantar sospechas. Las escuchas revelaron que existía una relación
íntima y sexual entre ambos, lo que llevó a los investigadores a vincularlos directamente con el asesinato. El 28 de diciembre, la Policía les tendió una trampa y el cuñado de Maje le
informó que ya se había identificado al asesino. Alarmados, Salva y Maje SE CITARON EL 2 DE ENERO en una cafetería de la localidad valenciana de Torrent, sin saber que un agente de paisano
grababa toda la conversación desde una mesa cercana mientras otros agentes documentaban el encuentro desde el exterior. Aunque la grabación resultó defectuosa, fue crucial para la
investigación, puesto que ambos hablaban del asesinato. LA CONFESIÓN DEL CRIMEN Como resultado del encuentro, Maje y Salvador fueron detenidos seis días después. SALVADOR CONFESÓ QUE COMETIÓ
EL CRIMEN, sin ayuda, porque temía por la vida de su amante y que accedió al garaje con las llaves que Maje le había dado para que aparcara allí su coche cuando quedaban a comer en Patraix.
También condujo a los agentes a una finca de su propiedad en Riba-roja del Turia, en la que había arrojado el arma del crimen, un cuchillo de cocina de quince centímetros. En cuanto a Maje,
durante su primer interrogatorio, confesó inicialmente que sí había planeado el asesinato junto a su amante. Sin embargo, poco después matiza su versión, asegurando que pensaba que Salva
solo pretendía «darle un susto» a Antonio y que por eso le había entregado las llaves del garaje. Posteriormente, se desdijo por completo, alegando que no entendió bien la pregunta debido a
la presión del momento. A pesar de sus intentos por distanciarse del crimen, terminó reconociendo que había encubierto a su amante por miedo a represalias. Además, los registros de los
móviles situaban a Maje y Salvador en la misma ubicación entre la una y las dos de la tarde del día del asesinato, en casa de la hermana de ella, mientras el cadáver aún no había sido
hallado. Con estos indicios, ambos fueron ACUSADOS DE ASESINATO e ingresaron en la cárcel de Picassent. Aunque negaron ante la Policía tener una relación sentimental, en prisión continuaron
su vínculo intercambiando cartas a través de compañeros de celda para evitar ser descubiertos. EL CAMBIO DE VERSIÓN No obstante, Salvador cambió su versión al no soportar que Maje se
relacionara con otros hombres dentro de prisión y aseguró que fue ella quien le pidió que cometiera el crimen, el cual planificaron juntos. También aportó nuevos detalles como que tras el
asesinato modificó su estado de Whastapp para que Maje supiera que ya había muerto. Con la investigación prácticamente cerrada, aún persistía la incógnita del motivo por el que habían
asesinado a Antonio, que llevó a los investigadores a recurrir a ESCUCHAS TELEFÓNICAS, interrogatorios a otros amantes y el contenido de las cartas. Las primeras pesquisas apuntaron a que
Salvador parecía centrarse en liberar a Maje de un matrimonio que la hacía infeliz, mientras que el papel de ella revelaba motivaciones económicas, puesto que sabía que si se divorciaba de
Antonio perdería el piso en Patraix. El inmueble había sido comprado por ambos, con 80.000 euros aportados por él frente a los 15.000 que puso ella. Además, como viuda, podría beneficiarse
de una pensión superior a los mil euros mensuales, junto con un seguro de vida de 47.000 euros que la empresa de su marido ofrecía. La hipótesis de la presunta ambición económica ganó aún
más fuerza en una inquietante conversación previa al crimen, en la que Maje y Salvador fantaseaban con la posibilidad de que Antonio muriera, tras conocerse la noticia de un accidente
laboral en su empresa. No era la primera vez, meses antes del asesinato, Maje ya había expresado su deseo de ver muerto a su esposo en conversaciones con otro de sus amantes. EL JUICIO Y EL
VEREDICTO Tres años después del brutal asesinato, se celebró el esperado JUICIO en la Ciudad de la Justicia de Valencia. El caso, que generó gran repercusión mediática, reunió a decenas de
periodistas en la sala Tirant lo Blanch, la más grande del complejo, para presenciar por primera vez a los acusados. Durante el juicio, que contó con MÁS DE 50 TESTIGOS, peritos y
profesionales de las fuerzas de seguridad, MAJE NEGÓ HABER PLANIFICADO EL ASESINATO, aunque reconoció haber encubierto a Salva por miedo. También reiteró que las llaves del garaje las tenía
su amante de antes y que había retomado la relación con él, después de que este le confesara el asesinato, por el cariño que le tenía. Por su parte, Salvador volvió a relatar cómo Maje ideó
el plan y cómo él ejecutó el ataque con un cuchillo de cocina tras un intento fallido. Ambos acusados pidieron disculpas en sus alegatos finales. El veredicto llegó el 30 de octubre, tras
seis horas de deliberación. El jurado popular, compuesto por cinco mujeres y cuatro hombres, declaró culpables por unanimidad a Maje y Salvador. Tres semanas después, el juez dictó
sentencia: Maje fue CONDENADA A 22 AÑOS DE PRISIÓN por asesinato con agravante de parentesco, y Salvador a 17 años por su confesión. Ambos deberán indemnizar con 200.000 euros a los padres
de la víctima y con 50.000 al hermano del fallecido. Así se cerró uno de los casos más impactantes de la crónica negra reciente en España. Reportar un error