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Si te gusta León: _Las manos de los sueños_, un libro de Alfonso García. En lugar de despachar con cajas destempladas cualquier atisbo de reproche, y a la estación y tal, hay otra vía como
es la de seducir con lo mítico, territorio el leonés que en este tema juega en champions. Y por el que discurre Alfonso García, crítico de literatura de Diario de León. Porque, esto lo dirá
luego, no hay nada más universal que lo legendario y que siempre tiene como origen lo local. Las manos de los sueños es un acierto más de Los cuadernos de plata de Camparredonda, ese también
certero sueño cultural de Gregorio Fernández Castañón, y que firma Alfonso García, imprescindible total de la cultura leonesa, incluido lo de ser profeta en su Santa Lucía de Gordón o
dinamizador de altura en Gordoncillo, por ejemplo. En Las manos de los sueños hay un evidente homenaje a Juan Carlos Uriarte, un artista también total, que cuando crea lo hace mirando al
arte desde la abstracción o lo concreto, desde todo tipo de materiales, y con los pies en el respeto a su territorio y sus gentes. Las manos de los sueños es esa escultura que hay en la
plaza de la Catedral y que siempre tiene quien le acompañe, sea desde la curiosidad o la inmortalización del momento cuando el turista se fotografía con ella. De hecho, contaba Uriarte que
ya le habían pedido amablemente alguna vez ser el fotógrafo de esos turistas casuales que se llevaron de golpe en una foto el recuerdo de la escultura y de su autor. Así, junto a su energía,
que la siente cualquiera nada más acercarse, o la simbología, como un tratado espiritual que ahí está, o su impacto escultural, importante desde que se divisa, se ha convertido en paisaje
de León. Como dice García: «Ese es un valor grande, porque en León muchas de las cosas que se incorporan a este mitología se han aceptado con reparos», indica. Así, Uriarte y García, García
y Uriarte son el hilo conductor de un León que se despliega y asombra. Y el lector de este libro, ya imprescinble para los que presumen de su biblioteca leonesa, llegará a la conclusión de
que habrá otros León pero están en este. Confiesa Alfonso García que dedicó a este libro «entre diez o doce años». Y es que fue atando cabos de vida y viajes y culturas de aquí pero también
de allá. Y parece clave esta mirada plural: «León tiene lo mítico. Pero hay que partir de la base de que esa mitología que explica al ser humano se da teniendo en cuenta que las aspiraciones
humanas son las mismas en todo el mundo», advierte. Y luego añade: «Lo que descubres también es que en un mundo de ciencia como es este, de tanto desarrollo, se recurre a las mitos y
leyendas para explicar las cosas. Además, los cambios de siglo son tránsitos compicados». Más en lo concreto en _Las manos de los sueños_ se puede ver cómo el Cristo de San Isidoro fue
llamado el Cristo de los Estudiantes. Como algo de antes, desarrolla también García capítulos que no conocía: «Por ejemplo, el molino de Sidrón. Venía gente de toda España a comprar unas
hierbas que vendía la familia porque eran muy buenas para las cicatrices de las heridas. O la Casa del Trasgo, que estaba detrás de la Catedral. En todas partes lo importante es el rito.
Como en la escultura de Uriarte en la que según la disposición de las manos estamos hablando de una cosa o de otra», relata. En realidad, el tiempo es el que va sumando sentido a la obra de
Uriarte, colocada en la plaza de Regla en 1997 y que se ha convertido en una referencia en el imponente entorno de la Catedral de León.