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Publicado por Félix Montero Madrid Creado: 01.06.2025 | 03:30 Actualizado: 01.06.2025 | 03:30 El test de estrés al que Donald Trump somete al comercio mundial no da tregua. Lo que durante su
primer mandato comenzó como una guerra económica con China se ha convertido en un pulso abierto con el sistema internacional. El presidente estadounidense lleva al límite a los mercados,
dinamita sus alianzas tradicionales y convierte cada decisión en una prueba de resistencia para los equilibrios multilaterales. El laberinto geopolítico que el dirigente republicano ha ido
configurando ha sumado esta semana un nuevo capítulo de incertidumbre, con efectos cruzados en la política interna y el equilibrio exterior. El pasado domingo, el inquilino de la Casa Blanca
rebajó la tensión con la Unión Europea —tras intensificarla él mismo días antes— al ampliar hasta el 9 de julio el plazo para llegar a un acuerdo sobre los aranceles. El miércoles los
tribunales suspendieron —y después restablecieron cautelarmente— estas barreras aduaneras al considerar que el líder republicano estaba excediendo sus funciones. Y ayer, sin ninguna
intención de apaciguar el escenario geopolítico, lanzó un nuevo órdago al duplicar las tasas a partir del próximo miércoles al acero y el aluminio, elevándolas al 50%. El líder
estadounidense, bajo el lema 'America First', atesta así un nuevo golpe a la arquitectura comercial global constituida tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Sus decisiones —a
veces motivadas por la guerra contra el fentanilo y otras para evitar la deslocalización industrial— cuestionan abiertamente el rol y la utilidad de instituciones como la Organización
Mundial del Comercio. La huida hacia delante con las barreras aduaneras al acero desconcierta al resto de actores en un momento en el que las negociaciones parecían entrar en una fase
constructiva. La Comisión Europea había interpretado la prórroga del plazo para imponer los mal llamados «aranceles recíprocos» del 50% como una señal de distensión, pero el último giro de
Washington revela una estrategia mucho más errática en una guerra comercial marcada por la incertidumbre y las rectificaciones constantes. Esta nueva escalada comercial hace saltar todas las
alarmas en una Comisión Europea que ve cómo se tambalean los frágiles equilibrios construidos durante años de relaciones transatlánticas. Bruselas, en un duro comunicado que contrasta con
la buena sintonía que forzaron aparentar Von der Leyen y Trump el domingo tras su conversación telefónica, acusó a Washington de «socavar» los esfuerzos para alcanzar una solución negociada.
Además, advirtió de que está preparada para aplicar de forma inminente medidas de represalia que podrían afectar hasta 95.000 millones en exportaciones de productos estadounidenses.
Bruselas, consciente de que el último varapalo judicial ha debilitado la posición negociadora de Trump, recupera así la amenaza de imponer «contramedidas» en un momento especialmente
delicado para la economía comunitaria, lastrada por una Alemania que encadena dos años en recesión. A este cuadro de vulnerabilidad interna se suma la creciente preocupación por el papel de
China, cuya sobrecapacidad industrial —especialmente en sectores como el acero o los vehículos eléctricos— amenaza con desbordar el mercado europeo si se consolida el cierre comercial de
Estados Unidos. La UE teme, por lo tanto, convertirse en un destino para los excedentes derivados de la sobreproducción china, redirigidos por la creciente pugna entre Pekín y Washington. Un
escenario que esta semana ha dejado —otra vez— de parecer remoto. Trump acusó el viernes a China de violar el acuerdo comercial alcanzado tras la primera oleada de aranceles —que llegaron a
superar el 140%— poniendo en entredicho el deshielo con Pekín. Una denuncia que se suma a la decisión de suspender los visados a los estudiantes del gigante asiático y que amenaza con
reabrir un episodio de confrontación total que desestabilice los mercados. EE UU muestra su disposición a hablar con Xi Jinping El líder de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró este sábado
que mantendrá conversaciones con su homólogo chino, Xi Jinping, con el objetivo de alcanzar un acuerdos sobre los aranceles, tras acusar al gigante asiático de «violar totalmente» el acuerdo
para la rebaja de los gravámenes por parte de ambos países alcanzado hace dos semanas. Trump no detalló la manera en que Pekín habría infringido el acuerdo, una declaración a la que también
se sumó el jueves el secretario del Tesoro de EE UU, Scott Bessent, reconociendo además que las conversaciones comerciales con China estaban «algo estancadas». Washington y Pekín alcanzaron
el 12 de mayo un acuerdo para rebajar los aranceles recíprocos, que comenzaron una escalada en abril en medio de tensiones comerciales, tras las conversaciones entre representantes de ambos
Gobiernos en Suiza. De este modo, Estados Unidos suspendió los aranceles implementados sobre las importaciones procedentes de China, que pasaron a estar gravadas en un 30 por ciento desde
el 145 por ciento, mientras que China recortó las tarifas aplicadas a las importaciones desde EE UU al 10%, frente al 125% anterior al pacto. CRECE EL TEMOR POR LA SOBRECAPACIDAD INDUSTRIAL
DE CHINA QUE AMENAZA CON DESBORDAR EL MERCADO EUROPEO