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Se extiende la preocupación por la deriva facha de la última generación, adolescentes y jóvenes que parecen añorar lo que nunca conocieron, y el debate sobre una eventual reducción a los 16
años de la edad para estrenar el derecho al voto, la ha recrudecido, pero independientemente de que muchos de esos chicos y chicas anden basculando hacia la barbarie encarnada por la
ultraderecha, convendría recordar, siquiera para aminorar un poco el susto, que las personas crecen, y que ellos se hallan en pleno crecimiento. De los más mayores depende, eso sí, que no
sigan creciendo torcidamente, como esos árboles atormentados por el viento que luego ya no pueden enderezarse. Las causas de ese predicamento del fascio en sus diversas modalidades entre el
elemento más jóven son fáciles de descubrir pese a su multiplicidad. Al empacho de la bazofia que les expende internet y sus redes sociales se suele achacar el escalofriante fenómeno, y
aunque, en efecto, el mencionado tósigo contribuye notablemente, no pueden perderse de vista otros factores, y, entre ellos, el de que los adolescentes y muy jóvenes son rebeldes de suyo,
que se rebelan contra lo que hay en ese momento de sus vidas, y que responsabilizan a lo que hay de todos sus males, sus vértigos y sus carencias. ¿Y qué hay? En Europa, democracias
liberales, burguesas, y en España, un gobierno de izquierda democrática desde hace seis años. Las redes, o, mejor dicho, los hampones de andar por casa que en ellas anidan y graznan,
conducen la rebeldía natural del desorientado muchacho a los predios apócrifamente revolucionarios, neofascistas, de esa cáfila de vividores. El fenómeno de tanto fachilla en agraz es, desde
luego, preocupante, mas, por eso mismo, no puede sino afrontarse y combatirse con sensatez e inteligencia, siendo ésto último lo que más puede perjudicar a los que alienan a los chicos.
Ahora bien; entiéndase por inteligente lo contrario de los rótulos de Televisión Española en su Cine de Barrio, en los que advierte que los aquelarres machistas y reaccionarios de las
películas que emite, como si no las hubiera mejores, son producto de una época. Se ve que a algún cerebrito de la casa se le ha ocurrido lo de los letreros al ver que a los adolescentes, a
algunos o a muchos, les gustan las marcianadas del inquietante Paco Martínez Soria. Sensatez e inteligencia. ¿Hay de eso?