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Si al menos pudiéramos apelar al modelo de la United Fruit, a quien se le atribuye la autoría intelectual del golpe de estado de Guatemala con el que se adornan los relatos de la CIA en
América Latina, quizá hubiera una excusa para romantizar lo de British Sugar en La Bañeza. Aunque aquí no hizo falta intervención militar, ni espías, ni confabulación internacional, para la
entrega incondicional de la estructura agraria que acaban de arrojar al cubo del reciclado los súbditos del Brexit: 160 contratos en la molturadora bañezana, un millar de empleos asociados y
la herencia de un cultivo que anotaba 800.000 toneladas de remolacha, 130.000 de azúcar, cuando llegaron en 2008. Diecisiete años más tarde, después de hacer caja con el negocio del
refinado, la empresa británica deja tras de sí una extensión de tierra quemada en las vegas y páramos de regadío por su política errática de siembras tardías, monitorización de los
agricultores para negarles toda autonomía y trapicheos con los contratos de la PAC. No les renta ya, reventada la caja y abiertas las puertas para meter el producto de fuera, que sale más
barato y se vende al mismo precio. Claro. Quién iba a pensar entonces, con el Gobierno metido en el accionariado estratégico de Ebro en el momento de la venta, que podía salir mal abandonar
otro pilar de la soberanía alimentaria. El capítulo de la Azucarera de La Bañeza engorda el libro de las regulaciones del mercado que penalizaron a León. Como con el cupo lácteo, la
provincia leonesa pierde su lugar privilegiado para dar cauce a los equilibrios de poder. El sector primario se sacrifica en el altar de los intereses comunitarios, que imponen unas
exigencias con los fitosanitarios, unas condiciones para producir, mientras el acuerdo con el Mercosur deja la frontera abierta para los mismos productos, carentes de estos estándares de
calidad, pero más baratos. La realidad la evita el Gobierno, que esta semana vendrá a hacerse la foto, y la Junta, que se da golpes de pecho, con sus ayudas concentradas en las factorías de
Toro y Miranda de Ebro donde seguirá la producción por el momento. Las dos administraciones sabían lo que se venía. No hicieron nada hasta que esta muerte dulce ha parecido un accidente.
Otro más.