No, a los malos humos

No, a los malos humos

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La Organización Mundial de la Salud en 1987, con el objetivo de informar, prevenir y concienciar sobre los efectos nocivos, y desgraciadamente con bastante frecuencia mortales, del consumo


del tabaco, implantó en el día 31 de mayo el Día Mundial sin Tabaco, destacando como sentencia más dramática las graves consecuencias de la exposición pasiva a esta sustancia. Los datos


gritan por una situación complicada para la salud cuando se nos notifica que el tabaco es la primera causa de muerte prevenible y evitable en España, que es la causante de alrededor del 30%


de todos los casos de cáncer, y que no solo afecta a los que fuman, sino a todos aquellos que de forma pasiva inhalan el humo de los que están fumando. Y lo que más puede doler a la


sociedad, que los más vulnerables son precisamente los niños y jóvenes, que involuntariamente están sometidos a esos nocivos efectos como pacientes ignorantes del daño que se les está


causando, encaminado hacia un futuro de grave riesgo para su salud y su calidad de vida. La impasible estadística nos apunta que más del 25% de los niños menores de 12 años están expuestos


al humo del tabaco y, además, para mayor ensañamiento, la misma fría contabilidad asegura que 7 de cada 10 fumadores reconoce fumar en presencia de menores, que sería tanto como sentenciar


que se atenta con alevosía contra la salud de los más indefensos, ya que, entre otras posibles afecciones, tiene como consecuencia para ellos duplicar el riesgo de padecer cáncer de pulmón.


Fumar es un acto libre y voluntario para los fumadores activos, no prohibido de forma total, aunque la normativa legal, desde hace ya bastante tiempo, decretó su supresión prácticamente de


cualquier espacio cerrado; especialmente en centros educativos y de forma expresa en interiores, exteriores, accesos y zona circundante; en centros sanitarios, citando todo el recinto, tanto


interior como exterior; y en parques infantiles o zonas de juego para la infancia y recintos acotados para ese fin. Sin embargo, sorprende el comportamiento poco cívico al visibilizar, como


prueba tajante de incumplimiento, la cantidad de colillas que cubren gran parte de esos espacios en los que la sentencia prohibitiva ya lleva varios lustros asentada. Todo eso lleva a la


conclusión de que el tabaco es en la actualidad el mayor problema de salud, porque conociendo científica y sanitariamente su impacto negativo, y siendo conscientes de que ese problema sería


fácilmente evitable con la simple acción de no fumar, habría que actuar con un nuevo enfoque, potenciando las acciones preventivas, que deberían ser absolutamente prioritarias con cualquiera


de las medidas posibles, incluyendo cambios en la normativa legal, aunque fueran drásticas a los ojos de la sociedad, y no a las de atención tras las secuelas de efectos causados, que suman


múltiples perdidas por mortalidad, efectos graves en privación de la calidad de vida de muchas personas, y enorme repercusión económica para la sanidad pública. Los estragos del tabaco se


cifran en el 82% de los casos de cáncer de pulmón y del 84% de los de cáncer de laringe, además del 50% de vejiga, el 49% de orofaringe, el 35% de esófago, o 33% de boca, y así hasta 16


tipos de enfermedades oncológicas relacionadas con el consumo de esa sustancia. Desde la Asociación Española Contra el Cáncer se pretenden fomentar ese nuevo enfoque preventivo; ampliando


los ámbitos de actuación, desde los centros educativos a los espacios comunitarios; completando las acciones de educación para la salud con intervenciones en las que la población tenga un


rol efectivo; abriendo y potenciando espacios en los que la población pueda entrar en contacto con los hábitos saludables y adquirirlos, y aprovechar las nuevas tecnologías por las ventajas


que puede ofrecer para llegar a más gente. Prevenir es encaminar las iniciativas hacia la ampliación de espacios sin humo, especialmente aquellas frecuentadas por menores, como instalaciones


deportivas al aire libre, parques y zonas verdes, plazas y espacios públicos al aire libre, así como grandes concentraciones especiales con actividades musicales, culturales, deportivas o


religiosas, como conciertos, cabalgatas o procesiones. El empuje realizado en estos últimos años en colaboración con varias instituciones ha sido un primer paso de fuerte influencia, como el


llevado a cabo por varios ayuntamientos en espacios deportivos y parques públicos; la del Ayuntamiento de León que apoya la iniciativa de promover los «Clubes deportivos sin humos»,


incluyendo todos los espacios en los que se práctique el deporte; la Junta de Castilla y León al declarar espacios sin humos todas las zonas protegidas; o la Universidad de León con la


creación de la Comisión Técnica de Unileón libre de Humos y Aerosoles, a través del Área de Universidad Saludable, dependiente del Vicerrectorado de Estudiantes, Cultura y Deportes, formando


parte de la estrategia promovida por la Red Española de Universidades Promotoras de Salud (REUPS), para señalizar los dos campus universitarios como espacios libres de humo. Esta iniciativa


de crear espacios saludables surge de la evidencia científica que ha demostrado que las modificaciones del entorno tienen mayor impacto en la población que educar en salud y, aunque es de


conocimiento general que fumar es dañino, tener esa información no equivale a cambiar conductas, por lo que se hace necesario actuar en otras vías para lograr el objetivo marcado. Podemos


también abordar el problema desde una visión sistémica, resaltando que el humo del tabaco es un agente polucionante en la naturaleza, al tiempo que las colillas también contaminan el


entorno, emitiendo vapores con una duración que permanece más de un día y, lo que es más importante, el tabaco pone en riesgo nuestra salud y las de quienes están con nosotros.