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Enero de 1938, plena Guerra Civil. Florencio Redondo Cuadrado solicitó permiso para construir una casa en un solar de su propiedad sito en la Avda. República Argentina, con arreglo a un
proyecto redactado por Manuel de Cárdenas Pastor, y cuyas obras dirigió él mismo con Luis Sanz Fernández como aparejador. Cárdenas levantó la casa sobre cimientos de mampostería de canto
rodado y hormigón; muros de ladrillo en cinco crujías paralelas a la calle y los suelos de entramado metálico con forjados de rasilla en dos hojas. Sin sótano. La planta baja para moderno
garaje (o para tiendas) y el portal pegado a la medianera derecha con su escalera para subir a las plantas principal y segunda (a una vivienda en cada piso), y a un ático o sotabanco con
trastero hacia fachada y otra vivienda en la parte interior, que lógicamente terminó como las demás, dotadas de siete habitaciones, cocina, despensa, baño y w.c. enlazados por largo y
quebrado pasillo iluminado por un patio interior. Dispuso el alzado principal en los tres órdenes usuales. En la base, alto zócalo pétreo roto por los huecos de la tienda y una sencilla
portada. El segundo orden, simétrico, presenta en los laterales ventanas enmarcadas sobre repisas separadas por ménsulas decorativas y en el eje balcones con losa alabeada, antepechos de
barrotillos de hierro forjado y delicados pasamanos de latón con piñas en las esquinas. En el tercer orden, un balcón corrido de las mismas características, accesible por tres vanos
igualmente enmarcados por fajas escalonadas. Y sobre una imposta moldurada, el espléndido alero de madera con dobles cabezuelas que protege la fachada y remata la composición… Al parecer, el
gran Cárdenas, residente en León durante la Guerra, practicaba en nuestra ciudad esa arquitectura de raíces académicas y carácter epidérmico, no exenta de indecisión y ciertamente hibrida,
pero con sobriedad constructiva y su habitual maestría compositiva ¡tan elegante!... y apropiada para aquellos tiempos de incertidumbre.