Duques

Duques

Play all audios:

Loading...

V_ELVET_ vivía el otro jueves su giro más dramático y radical de sus temporadas de mermelada en Antena 3. Alberto, El Duque, Miguel Ángel Silvestre había fallecido en el accidente del avión


con el que se había escapado a Cuba. Grandes llantos de los personajes femeninos en nombre de toda la conmocionada audiencia fémina. Duelo, luto, misa de difuntos en una capilla madrileña de


pastelito. _Velvet_ se enfrentaba a su propio destino, a una pirueta argumental que hacía desencajar lo que venía siendo un culebrón encarrilado, previsto y troquelado. Pero no le hagan


caso a los guionistas. Si no han visto el capítulo quédense con cierta intriga (en _Velvet_ sostener el suspense no es su fuerte), pero ya saben que la productora Bambú no es de dar grandes


disgustos. Su táctica es asustar, impresionar, pero nunca dar en la nuca de sus espectadores. Parecía que _Velvet_ asestaba un golpe pero en este Madrid imaginario de la moda, sin rastros de


dictadura ni incomodidades sociales, no podía caber tal tragedia. En unos capítulos todo volverá a su punto de partida. La serie de los jueves simula basarse en el romance imposible, la


relación Duque-Paula que parte desde el minuto uno, sobreponiéndose a todos los altibajos posibles y que sobrevive por el empeño de ambos, pero sobre todo por el gran cuajo de la modista.


Todo es una artimaña sobre la que se sustenta lo realmente sólido de esta serie gaseosa: el trabajo artesano de todos sus secundarios, de todas sus tramas colaterales, todas ellas con más


chicha, humor, empaque y hasta fuerza dramática que los dos muñequitos de esta tarta nupcial con forma de grandes almacenes que nunca pudieron existir.