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María Teresa Lezcano Domingo, 9 de agosto 2020, 00:40 Comenta Compartir BETTY BOOP (9-08-1930) Nueve de agosto de 1930, Hollywood. Nace, en la Paramount Picture Corporation y como personaje
inicialmente secundario, Betty Boop, el primer dibujo animado de una chica «flapper», que era como se denominaba a las mujeres jóvenes que en los años del charlestón usaban faldas mínimas,
renunciaban al corsé, llevaban un corte de pelo característico y escuchaban música no convencional para la época, es decir jazz. Originalmente concebida como un cruce entre la cantante y
actriz Helen Kane y un caniche francés corriente y moliente, Betty fue rediseñada por un animador de los estudios de Walt Disney, que tras haber constatado que el personaje era feo hasta
decir basta la volvió reconociblemente humana, conservando únicamente de su apariencia inicial unas reminiscencias de sus orejas canicheras de lanas blandas reconvertidas en pendientes y una
huella del hocico negro remodelado en una nariz femenina en forma de botón. A continuación le acentuó una curva por aquí, le pronunció un escote por allí y le remangó un vestido por acullá,
acababa de nacer el primer personaje de dibujos animados representativo de una mujer plenamente sexual cuya identidad estrenó haciendo un cameo en el primer episodio de Popeye. Tras una
breve carrera que incluyó una versión bettyboopera de la Cenicienta, la estrella de Betty se fue apagando hasta que la rescató el movimiento contracultural de los años sesenta al que dos
décadas más tarde se sumaría la mercadotecnia que incluye figuras de Betty Boop en cuyas poses de resina de igual modo te sirve un cóctel que se dispone a auscultarte ataviada de enfermera o
a ponerte una multa sensualmente desvestida de agente de la ley. Apareció asimismo la Betty animada en «¿Quien engañó a Roger Rabbit, película que dirigió Robert Zemeckis en homenaje a la
era dorada de la animación americana y al cine clásico de Hollywood, en la cual un detective privado de carne y hueso convierte en sospechoso de asesinato a un personaje animado que no es
otro que un conejo a su vez esposo de Jessica Rabbitt, femme fatale animada con voz de Kathleen Turner e inspirada en la Rita Hayworth de «Gilda». «Yo nací anoche, cundo le conocí a usted.
No tengo pasado, sólo futuro». MARCO ULPIO TRAJANO (18-09-53 AL 9-08-117) Mil ochocientos trece años antes del nacimiento hollywoodense de Betty Boop, moría en Selinus, ciudad de la Turquía
actual, Marco Ulpio Trajano, primer emperador romano de origen hispano. Nacido en Itálica, Trajano ascendió a la prominencia durante el reinado de Domiciano, quien lo nombró gobernador de la
Germania Inferior y, cuando Nerva sucedió a Domiciano en el oficio imperial, la guardia pretoriana conminó al nuevo emperador a nombrar heredero a Trajano, que se había vuelto
extremadamente popular gracias a sus hazañas bélicas. Como Nerva, que se había encasquetado los laureles emperadores a una edad más que provecta, duró menos en el puesto que un lingote de
hielo bajo la canícula sureña, Trajano asumió el mando romano con notable entusiasmo y, que si me como belicosamente la Dacia, que era un territorio situado dónde los Cárpatos pierden su
nombre; que si me anexo el reino nabateo y lo romanizo provincialmente como Arabia Pétrea; que si me inmiscuyo en una campaña contra los partos, no los procesos de expulsión vivípara que
culminan la gestación mamífera sino los habitantes de Partia, territorio actualmente conocido como Irán; que si me construyo un puerto homónimo destinado a conectar Roma con mis regiones
occidentales y una no menos homónima columna en calidad de recordatorio de mis múltiples conquistas territoriales; que si renuevo el centro del centro de mi imperio edificando un nuevo foro;
que si uno el Nilo con el Mar Rojo mediante un canal y tiendo puentes sobre el Danubio para facilitar mis tránsitos y el tránsito en general; que si organizo unos juegos de gladiadores de
tres meses de duración durante los cuales cinco millones de espectadores contemplan la agonía de varios miles de esclavos y de animales salvajes… Tan entretenido se hallaba Trajano en sus
múltiples quehaceres que se le olvidó perpetuarse en un heredero biológico, despiste que tuvo que subsanar cuando, ya enfermo y sin declinaciones seminales que improvisar, nombró como su
sucesor a Adriano, quien se coronó mientras las cenizas de Trajano eran depositadas a los pies de su columna homónima, de donde fueron afanadas durante las invasiones bárbaras que dejaron la
Cuenca del Mediterráneo como una patena de transición entre la Edad Antigua y la Edad Media, al tiempo que enviaban la urna cenicienta de Trajano a tomar viento ignoto del que nunca fue
recuperada. Cenizas a las cenizas. Comenta Reporta un error