Dos sexitanos de cine, recordados en el in memoriam de los goya | ideal

Dos sexitanos de cine, recordados en el in memoriam de los goya | ideal

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El sábado 8 de febrero millones de ojos estaban puestos en el Palacio de Congresos de Granada. Las instalaciones acogían la gala de los premios ... Goya, la fiesta más importante del cine


español. Y la ciudad llevaba meses preparándose para una cita histórica. En Almuñécar, la familia de Eduardo Luján y Eduardo Luján Junior esperaba frente al televisor entre la tristeza y la


emoción. En el minuto 4.25 de la actuación de Zahara y Dora, cuando de fondo se escuchaba 'Si tu no estás aquí', en la pantalla del escenario aparecían los rostros de estos dos


sexitanos, padre e hijo, que fallecieron en un accidente de tráfico en 2024, en Segría, Lérida. «HABRÍA SIDO MEJOR NO TENER QUE VERLOS, CLARO. PERO FUE MUY EMOCIONANTE» El padre llevaba toda


la vida trabajando en el cine, su hijo estaba siguiendo sus pasos. Fallecieron volviendo de un rodaje. La hija de uno y hermana del otro, Rocío Luján, aseguró a IDEAL que ha sido muy bonito


ver que la industria a la que su padre dedicó su vida y «por la que hizo tantos sacrificios» haya reconocido su trabajo. «Habría sido mejor no tener que verlos, claro. Pero fue muy


emocionante», aseveró. La familia Luján es una familia de cine. No sólo los dos fallecidos han estado vinculados al sector. La propia Rocío Luján estudia arte dramático y su tío y su primo


también han desarrollado labores técnicas en rodajes. «De pequeña, cuando veía películas con mi padre, siempre nos explicaba cómo estaba grabado este o aquel plano. Supongo que al final, nos


entró el gusanillo de ese mundo», indicó. Aún así, Eduardo Luján no estaba convencido de que sus hijos se dedicaran a una industria que requiere mucho sacrificio. «Él habría preferido que


hiciésemos otra cosa», dijo la joven, pero al final todos acabaron enamorados de la magia del cine y la interpretación. UN PIONERO Eduardo, explicó su hija, fue un pionero. Tenía doble


nacionalidad, española y estadounidense, y en la adolescencia se marchó a Estados Unidos. Fue allí donde comenzó a interesarse por este mundillo. Consiguió su primer trabajo barriendo en una


sala de conciertos, después de mucho insistir. Y poco a poco, fue demostrando que lo de montar y desmontar escenarios se le daba bien. «Era un manitas», indicó. Y gracias a eso consiguió


dejar la escoba, para entrar a formar parte del equipo técnico. «ÉL HABRÍA PREFERIDO QUE HICIÉSEMOS OTRA COSA» Desde aquella pequeña sala, Eduardo fue creciendo y haciéndose un sitio en el


mundo de la música y el teatro. Cuando regresó a España, para finalmente afincarse en Almuñécar, localidad natal de su esposa, se convirtió en pionero en su labor, trayendo una forma de


hacer las cosas exportada desde Estados Unidos. «Hay muy poca gente de la industria del cine que lo conociera», aseveró su hija. Fue hace unos años cuando uno de sus hijos comenzó a echarle


una mano en alguno de los trabajos que realizaba. Eduardo era reticente al principio, pero pronto su vástago se dio cuenta de que aquel mundo de luces y sonido que había encandilado a su


padre, también era el suyo y terminó consiguiendo formar parte de la plantilla. Y esa fue su historia, hasta que en 2024, un trágico accidente se llevó por delante todo lo que les quedaba


por hacer. «SABÍAMOS QUE IBAN A RECORDARLOS, PERO VERLOS AHÍ FUE MUY ESPECIAL» Sus familiares, nunca habrían querido tener que verlos en esa pantalla, con una imagen en blanco y negro,


acompañada por una música que es un homenaje, pero también un símbolo inequívoco del final. Eduardo padre era un hombre tímido y trabajador. Se pasó años viajando. Se perdió muchos momentos


junto a su familia por dedicarlos a ese cine que el 8 de febrero puso su nombre en gigante para dejar claro que dejó huella en todos los que lo conocieron. Su hija habla con admiración y


emoción de su padre y su hermano. «Sabíamos que iban a recordarlos, pero verlos ahí fue muy especial», aseguró.