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Lunes, 28 de abril 2025, 17:18 | Actualizado 17:30h. Comenta Compartir «¡Encarna! ¡Encarna!». Las compañeras gritan a la puerta metálica y golpean suavemente, como quien llama a casa de un
amigo. «¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?». Desde dentro, la voz de Encarna parece mucho más lejana de lo que está en realidad, a menos de medio metro de distancia. «¡Estoy bien!
¡Tranquilas!». Estamos en el Centro de Salud de Gran Capitán, en Granada. Encarna se quedó encerrada en el ascensor a las 12.33, momento en el que comenzó el apagón y se acabó la luz. Una
hora después, sigue allí. MÁS INFORMACIÓN Entonces, varios trabajadores del centro se acercan con la llave del ascensor, pero les cuesta mucho trabajo mover la puerta. Por fin, un enfermero
hace fuerza y logra abrir un pequeño resquicio. Al momento, el resto de compañeras colocan sus manos y juntas consiguen abrir el ascensor. Aplauden y besan a Encarna que está bien, algo
nerviosa. «Iba hacia abajo y me he quedado aquí. Pero… ¿qué ha pasado?». Nadie sabía nada. De hecho, una planta más arriba sigue Luis Javier, uno de los pacientes que esperaba el ascensor en
el que viajaba Encarna. Luis Javier no puede andar y va en una silla de ruedas que pesa 127 kilos. «Tengo que esperar, no hay otra». A su lado, el equipo sanitario le acompaña. «No se
preocupe», le dicen. Comenta Reporta un error