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El día del apagón masivo dejó múltiples historias dramáticas y situaciones límite, pero también gestos de solidaridad por parte de la ciudadanía. Los efectivos que ... trabajaron aquel día
recuerdan algunas anécdotas que les sacaron una sonrisa en los momentos más duros. MÁS INFORMACIÓN Julio Gómez, policía local de Granada, cuenta el hecho que más le llamó la atención, «pero
para bien». Habla de un hombre con diabetes que vivía en la calle Tórtola y de otro que pidió ayuda para hacerle llegar comida, refrescos y chocolatinas. «Fuimos con el cargamento de cosas
inmediatamente y abrimos con una radiografía la puerta, que era automática. El hombre lo agradeció muchísimo. Fue bonito vivirlo», comenta. Bomberos de Granada también se encontraron con
alguna que otra anécdota simpática en medio del caos. Recibieron un aviso de un hombre que no podía subir por sí mismo a su vivienda, así que en cuanto pudieron acudieron al lugar. Una vez
allí, no lo encontraron. Buscaron y buscaron, hasta que se dieron cuenta de dónde estaba: tomándose una cerveza en el bar de al lado. Otras historias, sin embargo, les dejaron un amargo
sabor de boca. Ángeles Cano, médico del 061, recuerda a varias personas muy mayores que estaban incomunicadas en casa. Una señora de 104 años, otra de 102, otra de 99. Un paciente terminal.
«Hubo un hombre en Almuñécar que decidió salir a la calle a comprar un generador para su madre», recuerda con pesar. «LA GENTE NOS PREGUNTABA SI ESTÁBAMOS EN GUERRA» El pasado lunes, la
gente sentía, sobre todo, incertidumbre. El apagón no tenía explicación y tampoco podían consultar en los medios de comunicación qué estaba ocurriendo. Por eso, cuando se cruzaban con un
policía, un guardia civil o un bombero, solían preguntarles por los motivos del apagón. «La gente nos preguntaba si estábamos en guerra, y nuestra labor era también apaciguarlos, pero no
sabíamos cuándo iba a volver la luz. No teníamos ningún tipo de información», señala Julio Gómez, policía local de Granada que aquel día patrulló por la ciudad. Ángeles Cano, médico del 061,
se pronuncia en la misma línea: «Sabíamos que estaban pasando cosas, pero no dónde, ni a quién. Fue angustioso».