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Demasiado bien empezó el Granada en El Sardinero, con el gol de Abde Rebbach a los 50 segundos que ilusionó a los rojiblancos con el ' ... play off' de ascenso y la vuelta
inmediata a Primera división. Sin embargo, una serie de catastróficas desdichas terminaron ajusticiando el balance de una temporada errática pese a las opciones de salvarla que quedaron
hasta la ultimísima jornada por imposible que pareciera. Ni volviendo a depender de sí mismo por la clausura del curso tras desperdiciar ese privilegio en dos ocasiones durante el último mes
pudo plantarse en la promoción al menos. El escarnio de Santander, sin embargo, terminó siendo el más cruel posible. De la lesión de Rubén Sánchez a última hora a la de Manu Lama al poco de
empezar y de ahí a la expulsión de Carlos Neva al filo del descanso con las pifias de Luca Zidane antes y después de cada uno de esos sucesos; una retahíla de desgracias unidas eso sí por
varios de los pecados más reiterados por los futbolistas del Granada a lo largo de la campaña, como la pasividad defensiva tanto en el primer gol del Racing como en los dos siguientes que le
anularon y en la tarjeta roja al capitán. Salió el Granada con la inercia positiva que inyectó Pacheta desde el primer día, con un minuto tan bueno como los primeros en Riazor y con el
Castellón en Los Cármenes. El Racing, sin embargo, descubrió los pies de barro de los rojiblancos a poco que se asentó en el campo como el equipo hecho y derecho que es pese a las dudas en
el desenlace del ejercicio. A Pacheta se le fue cayendo el suyo poco a poco, sin tan siquiera poder tirar de Miguel Rubio por sus propias molestias para reemplazar a Lama y temiendo aun
incluso tener que forzarle por los porrazos que se llevó Pablo Insua después de tres meses inactivo. Pese a las adversidades, el Granada trató de buscar el gol que necesitaba con una
dignidad en sus profesionales que dejaba aún más al desnudo las carencias de muchos de ellos. El Racing siguió concediendo oportunidades hasta el mismo añadido por su filosofía optimista,
pero los rojiblancos –o lo que quedaba de ellos, con un futbolista menos– no fueron apenas capaces de aprovecharlas con disparos a portería. La historia del fútbol contempla casos de éxitos
insospechados como el del ascenso al que aspiraba el Granada, y siempre resulta más fácil construir en Primera división que en Segunda aunque sea prácticamente desde cero, pero al club le
viene bien la lección para recapacitar en adelante. Ya hubo quienes pagaron sus errores con sus destituciones, pero la reflexión debe ser más amplia. Lo exige, por lo pronto, la pérdida de
los privilegios como recién descendido de cara a la competitividad del equipo en una categoría tan complicada de nuevo el curso que viene para no estancarse en ella a futuro. Pacheta promete
tiempos mejores, y el golpe de efecto que pareció su contratación aun a falta de tres jornadas le avala como el mejor entrenador posible de cuantos cabía firmar incluso en verano, pero
ahora hay que tomar otro tipo de decisiones. Para empezar, quiénes decidirán y cuánto podrá decidir el propio Pacheta por mucho que se le asuma. Para seguir, y más allá de los trece
futbolistas que acaban contrato, habrá que aclarar a quiénes se puede y se quiere mantener y la fuerza con la que podrá irse al mercado de fichajes. El Granada cuenta ya con la ventaja de
que la afición cree en Pacheta aunque no lo haga en su directiva. Toca construir de forma que no vuelva a haber otros tres entrenadores la temporada que viene, de nuevo en Segunda.