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Reconozco que me sorprendió el hecho. No me refiero a la salida de Fran Escribá, que por la tarde-noche era ya un secreto a ... voces por los mentideros granadinistas, si no la llegada de
Pacheta. Seguramente por ser una noticia tantas veces esperada, fue algo que me cogió de forma totalmente inesperada apenas una hora antes de ponerme a teclear torpemente estas letras que
estás teniendo a bien leer en este preciso momento. No sé cómo te pillaría a ti el novedoso anuncio. A mí, lo primero que me vino a la cabeza es ese pensamiento tan volátil como estúpido del
destino de las personas. Es decir, ese inexplicable sentimiento de que hay gente destinada a estar en un lugar u otro por motivos totalmente aleatorios. Eso que dicen las crónicas que
sintieron los egipcios con la llegada de Alejandro Magno o lo que intentaba hacer entender Antoine a los hermanos Anta en la película As Bestas, antes de que estos le arrebataran la vida.
Creo que este es el caso de Pacheta con el Granada. No hay más que leer los comentarios de la gente al pie del anuncio del Granada en redes sociales para confirmarlo. Y es que su nombre ha
revoloteado por Los Cármenes una y otra vez desde la marcha de Diego Martínez hace ya casi cuatro años, mientras aterrizaban en el Zaidín entrenadores de todo tipo, conocidos y desconocidos,
con más apoyo del aficionado y con menos. De la satisfacción del hincha medio se desprende un «al fin» suave y sincero, como quien espera con ansias el hallazgo de su media naranja tras
haber naufragado una y otra vez en el amor. Robert Moreno, Torrecilla, Karanka, Paco López, Cacique Medina, Sandoval, Abascal, Fran Escribá… Esperemos que la espera haya merecido la pena y
que con Pacheta en el banquillo el Granada recobre el vuelo, en lo deportivo y en lo anímico. Solo el destino sabe si su aventura acabará como la de Alejandro o como la de Antoine.