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El pasado sábado, en Los Cármenes, se rindió pleitesía al Fútbol Ofensivo, con mayúsculas. El ofrecido por Granada y Almería fue un fútbol con reminiscencias ... de Primera. Valiente. De ida
y vuelta. Una manera de jugar 'prohibida' en esta Segunda tan áspera, pertinaz y exigente. Quizás por ello ambos equipos continúan fuera de los puestos de promoción. También
porque desde la temporada pasada van de la mano en vulnerabilidad e inadaptación a sus nuevas vidas. Jugadores que continúan mentalmente en la máxima categoría sin advertir que se encuentran
en un campeonato demasiado belicoso. De los ocho primeros son los dos más goleados. Sufren desajustes de manera similar y se ven impotentes para mantener sus porterías a cero. Estuvieron
arriba y aún no se han percatado de la cruda realidad. Que habitan en una gruta donde solo se pica piedra. Lo que sí va tomando visos de realidad en este Granada es que Rebbach, jugador que
ofrece destacadas cualidades, continuará siendo sustituido en el minuto sesenta, mientras otros futbolistas permanecerán en el campo aun ofreciendo prestaciones bastantes mejorables. Algo
parecido a lo que sufrió Rubén Sánchez durante la primera vuelta para obtener la titularidad. Pero lo gratificante fue que el Granada, en casa, emergió de nuevo a la superficie para coger
aire. Venía de las profundidades del Atlántico y necesitaba respirar como lo hace un cetáceo, ya que por momentos parece continuar orbitando en el pasado, ignorándose si lejos de Los
Cármenes volverá a sumergirse en nuevas depresiones abisales. El domingo se despejará dicha incógnita. Escribió el poeta americano Carl Sandburg: «No vivas en el ayer ni en el mañana, sino
aquí y ahora». Y ahora el Carlos Belmonte será testigo directo de si el Granada es consciente de militar en LaLiga Hypermotion o piensa aún que lo hace en la pasada EA Sport.