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Al cese de Fran Escribá le sucedió casi sin solución de continuidad el fichaje de Pacheta, en una apuesta a más largo plazo que los ... tres partidos que restaban de campaña. Lo primero que
hizo el burgalés fue insuflar ánimo, hablar de siete duelos como horizonte, en una hipotética clasificación para el 'play off'. Levantar el ánimo, en definitiva, tras el fiasco del
partido del lunes con el Eibar, con una imagen de un equipo totalmente falto de alma. Parece que el escaso tiempo habido desde la llegada del nuevo entrenador al partido de Coruña –decisivo
para mantener un hilo de esperanza de aspirar a la promoción– sirvió al menos para que los jugadores abandonaran su actitud pusilánime, de brazos caídos, alejada de cualquier atisbo de
espíritu competitivo, que les había acompañado en los dos últimos encuentros ante Málaga y Eibar y que, posiblemente, hicieron irremediable la destitución del técnico valenciano. El Granada
saltó a Riazor con la actitud propia de un equipo que sabe que se está jugando un objetivo de mayor enjundia que su rival. El Deportivo no se jugaba prácticamente nada, salvado
matemáticamente; una ventaja respecto a las dos jornadas anteriores. Pero además, el equipo rojiblanco mostró una intensidad que le hizo salir ganador en buena parte de los duelos y su
centro del campo, al fin, manejó con solvencia el partido, con Sergio, Villar y Trigueros completando actuaciones bastante convincentes, sobre todo por parte de Manu, que hizo un partido muy
completo. Atrás, Lama cuestionó las razones de su ostracismo en anteriores partidos, bien en el corte y en la salida del balón, y Williams recuperó sus olvidadas buenas sensaciones.
Tsitaishvili estuvo muy luchador, y Rebbach, aunque con ciertos apagones, mejoró sus deprimentes actuaciones de las últimas jornadas. Boyé, como casi siempre, impecable. Las bandas
defensivas, mejorables. Aunque se mostró una mejor actitud, siguieron padeciéndose errores enquistados en el devenir del equipo: Mariño pecó de sobrado en su tercer intento de quiebro ante
un delantero local y permitió apretar el marcador cuando el partido parecía perfectamente controlado. Y Villar, que cuajó una muy convincente actuación, volvió a perder un balón cerca del
borde del área en la jugada en la que el ídolo local, Yeremay, emuló a su paisano Amancio Amaro, 'El brujo', dejándose caer en el área ante un leve roce para el penalti que
transformó para ajustar el resultado final. Es indudable que, con el empujón anímico de Pacheta, el equipo ha recuperado la fe en apurar sus posibilidades de disputar la promoción de
ascenso. Esta fe es condición indispensable para dicho objetivo, pero todo apunta a que se deberá producir algún resultado milagroso que lo permita definitivamente.