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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este viernes que va a duplicar los aranceles a la importación de acero y de aluminio hasta ... el 50% para defender la producción
nacional. Desde que volvió a la presidencia en enero, Trump ha impuesto aranceles generalizados, tanto a aliados como a adversarios, unas medidas que han sacudido el orden comercial mundial
y agitado los mercados financieros. También ha impuesto tarifas aduaneras del 25% a productos específicos como el acero, el aluminio y los automóviles. «Es un gran honor para mí aumentar los
aranceles al acero y al aluminio del 25% al 50%, a partir del miércoles 4 de junio», escribió el presidente republicano en su red Truth Social. «Esta será otra gran noticia para nuestros
maravillosos trabajadores del acero y el aluminio», afirmó en el mensaje que termina con su lema de campaña: »¡Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande!« El mensaje venía a confirmar
lo afirmado antes, en una planta del gigante de la metalurgia US Steel. Allí hizo el primer anuncio de que elevaría «del 25 al 50% los aranceles al acero» para proteger «la industria
siderúrgica». Lo dijo en Pensilvania, un estado del noreste estratégico en términos electorales y cuna de la siderurgia nacional. «Nadie va a eludir eso», añadió el presidente en el podio,
ante trabajadores que llevaban puestos los cascos de seguridad y chaquetas con bandas reflectantes. Tras el anuncio, parte de los asistentes corearon «¡USA, USA!». Según la Administración de
Comercio Internacional de Estados Unidos, desde marzo de 2024 hasta febrero de 2025, Brasil fue el segundo mayor exportador de acero a Estados Unidos con 3,7 millones de toneladas métricas,
seguido por México con 2,9 millones. El primero es Canadá. Según la misma fuente, Argentina, cuyo presidente ultraliberal Javier Milei mantiene una relación cercana con Trump, fue el sexto
exportador de aluminio en 2024 a Estados Unidos, con más de 176.000 toneladas. Estados Unidos importa aproximadamente la mitad del acero y el aluminio que utiliza en industrias como la
automotriz, la aeronáutica, la petroquímica y productos básicos de consumo como las conservas. El presidente también se refirió a la fusión que él mismo aprobó la semana pasada entre US
Steel y su rival japonesa Nippon Steel: «US Steel seguirá controlada por Estados Unidos». Y después prometió que no habrá despidos ni externalización de puestos de trabajo gracias al
acuerdo. A su regreso a Washington la noche del viernes, Trump indicó a la prensa que aún no ha dado el visto bueno al convenio. «Tengo que aprobar el acuerdo final con Nippon, y aún no lo
hemos visto, pero han asumido un muy fuerte compromiso», declaró el presidente. Una propuesta de venta de US Steel a Nippon Steel por valor de 14.900 millones de dólares suscitó
anteriormente la oposición de republicanos y demócratas. El expresidente demócrata Joe Biden bloqueó el acuerdo por motivos de seguridad nacional poco antes de dejar el cargo. En un
comunicado, David McCall, directivo del poderoso sindicato United Steelworkers (USW) expresó su preocupación por el impacto de la fusión «en la seguridad nacional» y «la viabilidad y
sostenibilidad a largo plazo de las instalaciones actuales del USS». «Emitir comunicados de prensa y hacer discursos políticos es fácil. Lograr compromisos vinculantes es difícil. El diablo
siempre está en los detalles, y esto es especialmente cierto con una empresa maliciosa como Nippon Steel, que ha violado repetidamente nuestras leyes comerciales», añadió. Según Trump, US
Steel permanecerá en Estados Unidos y su sede se quedará en Pittsburgh. Anteriormente calculó que el acuerdo con Nippon crearía al menos 70.000 empleos y sumaría 14.000 millones de dólares a
la economía estadounidense. Los líderes sindicales afirman desconocer qué parte de los 14.000 millones de dólares se destinará a las plantas representadas por el sindicato, si es que van a
parar a alguna.