Play all audios:
Terminaba la Puerta Purchena del domingo pasado preguntando dónde están los alcaldes del Poniente que no hacen nada por lograr que un ferrocarril atraviese la ... comarca a través de un
corredor que la una a la capital y de ahí, circulando por el Corredor Mediterráneo, llegar a la frontera francesa y más allá. Un tren que favorezca la movilidad de más de 500.000 personas
que viven en la comarca y en la capital y que necesitan soluciones para sus desplazamientos. Ni qué decir de los beneficios que tendría para las exportaciones hortofrutícolas que acabarían
con la dependencia del camión y conseguirían un viaje más cómodo, rápido y menos contaminante, más sostenible en definitiva. La respuesta a la pregunta me llegó unos días después cuando este
periódico dio a conocer el Plan de Transporte Metropolitano para la provincia de Almería elaborado por la Junta de Andalucía en el que se recoge que no habrá un euro de inversión para este
medio de transporte entre el Poniente y la capital. Y claro, pensando pensando caí en la cuenta de que salvo Antonio Bonilla, alcalde de Vícar que sí se ha pronunciado a favor de este
corredor ferroviario, todos los primeros ediles de la comarca son del Partido Popular lo que me lleva a pensar que eran conocedores de la postura de la Junta de Andalucía contraria a este
proyecto. Y, claro, donde manda patrón no manda marinero; ni manda ni pinta nada, así pues su silencio estaba plenamente justificado. Y sigo pensando que es un enorme error que a la larga
pasará factura. Por supuesto no soy tan ingenuo de pensar que lanzar un tren por todo el Poniente sea una empresa fácil. Al contrario, creo que es muy complicada. Ahora bien, veo los
beneficios que, tanto para la población como para la actividad exportadora de frutas y hortalizas, aportaría un tren que discurriese entre Adra y la capital. Y voy más allá. Si al anterior
le sumamos un Puerto de Almería con conexión al ferrocarril y lo completamos con unas plataformas logísticas en el Poniente y en Níjar, también con conexión al tren, entonces ya me emociono
con mi alucinación mental. Pero no se trata de alucinar. De lo que se trata es de mirar al futuro. Pero no a un futuro cercano, sino a medio y largo plazo. A un futuro en el que los hombres
y mujeres que vivan en el Poniente, pongamos por ejemplo que dentro de 20, 30 ó 40 años, puedan subirse a un tren en Adra y viajar a la capital sin necesidad de coger el coche o el autobús o
cualquiera de los vehículos que, dentro de 20, 30 ó 40 años, estén en el mercado que no sabemos qué habrá, pero que sí sabemos que el ferrocarril será un transporte limpio, cómodo,
competitivo y del agrado de todos. A un futuro en el que los empresarios de nuestra potentísima agricultura (que ahí sí que se nos llena la boca al decir que somos la despensa de Europa y
que damos de comer a millones de personas), puedan enviar sus productos a los mercados europeos a bordo de un transporte limpio y no contaminante. Y si conseguimos, además, convertirnos en
los distribuidores de productos que lleguen de África en barco con destino a Europa en tren; y distribuidores de productos que lleguen de Europa en tren con destino a África en barco,
entonces no habrá quien nos tosa. Pero esta realidad no se alcanza a ver en los despachos. Ni en los de la Junta de Andalucía ni en los de los ayuntamientos. Y me parece torpe. Porque habría
que comenzar a trabajar ya. A hacer estudios de viabilidad, medioambientales; a redactar proyectos y a realizar poco a poco inversiones mirando al frente y a años vista. El peligro al que
nos exponemos es a que dentro de unas generaciones nos digan que a qué nos dedicamos que no fuimos capaces de impulsar la economía de nuestra tierra ni la movilidad de sus ciudadanos.
Almería ha dado mucho al conjunto de la región y del país. Y lo que ha recibido a cambio ha sido poco y tarde. En unos meses llegará el AVE, pero lo hará con muchos años de retraso. Y nos
alegraremos y no será para menos. Pero hoy por hoy estamos como estamos. Medio abandonados y sin quejarnos demasiado. El miércoles, en víspera de los días grandes de la Semana Santa, los que
pretendían salir de vacaciones se toparon con la realidad en forma de avería del Talgo. Una más. Lo de las dos locomotoras para solventar estos infortunios es una quimera. El refuerzo de
plazas de tren no llegó hasta el jueves y volverá a repetirse hoy mismo para el regreso de las vacaciones. Y con eso nos debemos conformar. Los vuelos a Madrid, prohibitivos y con una
frecuencia menos. Y con las administraciones locales negociando vuelos charter con diferentes aeropuertos europeos para que los turistas viajen a Almería en verano. ¿Y los almerienses no
viajamos? Al final, en materia de movilidad, se piensa en todos menos en los de casa. Todo un desatino.