Play all audios:
Se puede estar a favor de las energías limpias y renovables y, a la vez, estar en contra de que se instalen en plena de ... vega de Granada. No es sólo que no me parezca un contrasentido. Es
que, pienso, tiene toda la lógica del mundo. En estos tiempos polarizados en los que todo es blanco o negro se nos exige estar a favor o en contra siempre y en todo momento, ocasión o
lugar. Sin matices. Sin peros que valgan. Como si todos los días fueran el de la Cruz, con su manzana con unas tijeras clavadas. Y no, oigan. ¡No! La vega de Granada es uno de nuestros
tesoros. Nos provee de verdura fresca y sirve como pulmón verde. Cualquiera que se haya acercado, una noche de verano, a cualquiera de esas fincas habrá sentido el frescor, la humedad y el
placer sin igual de sentir una tierra feraz, productiva, productora, rica y salvadora. Además, es fuente de riqueza y empleo. ¿Qué les voy a contar que no sepan? ¿A santo de qué se proyectan
planes para instalar los chismes que producen las energías renovables en terrenos que son productivos de por sí? Hace poco nos congratulábamos por una buena nueva: no se instalará una gran
planta fotovoltaica en la vega de Granada que hubiera supuesto la tala de olivos en terreno agrícola. ¡Menos mal! Lo curioso es la razón: incompatibilidad con otro proyecto de renovables.
¡Toma del frasco! ¿Arrancarán los olivos igual, para poner aerogeneradores en este caso, o 'atacará' ese plan a otras zonas diferentes? Seguro que hay razones de mucho peso para
inundar las tierras productivas de nuestro entorno de 'pongos' energéticos, sean canalizadores de la energía solar o la eólica. ¡Poderoso caballero es don dinero! Menos mal que las
plataformas de protección de la vega se posicionaron en contra de los planes de la planta fotovoltaica igual que 'Di no a las torres' sigue batallando por proteger el paisaje y el
entorno de El Valle de Lecrín, una de las joyas de nuestra corona. ¡Con la cantidad de kilómetros cuadrados de terrenos yermos e improductivos que hay en nuestra provincia! Se puede estar a
favor de las energías renovables y de la protección del medio ambiente y, a la vez, defender el uso agrícola y alimenticio, en el sentido tradicional del término, del suelo productivo de
nuestro entorno. No todo tiene que estar necesariamente en venta ni ser susceptible de tanta modernidad ni urgencia.