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El pasado martes, 29 de abril, la Academia de la Lengua homenajeó a Antonio Machado, con motivo del 150 aniversario de su nacimiento. En el ... acto, José Sacristán leyó el discurso que el
poeta había escrito en 1931, para acceder a la silla V, que nunca ocupó. En ese discurso, Machado mostraba su modestia habitual: «No creo poseer las dotes específicas del académico…Pobres
son mis letras…pues aunque he leído mucho, mi memoria es débil y he retenido muy poco. Si algo estudié con ahínco fue más de filosofía que de amena literatura…Vosotros me hicisteis académico
y no debo yo insistir sobre el tema de mi ineptitud para serlo». ¿Por qué no llegó a leer ese discurso, escrito en 1931? Por la enorme actividad teatral que tenía en Madrid, porque en ese
año encabezó la Agrupación al Servicio de la República, y, porque se implicó profundamente en la vorágine cultural y política de la ciudad. Además, el mundo de las Academias no estaba muy
bien visto por la República. Como dijo el Director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, en el homenaje, «no entró en la Academia porque no quiso». En el discurso analizaba qué era la poesía
para él: «Soy muy poco sensible a los primores de la forma, a la pulcritud y pulidez del lenguaje… Lo bien dicho me seduce solo cuando dice algo interesante… Amo a la naturaleza, y al arte
sólo cuando me la presenta o evoca, y no siempre encontré la belleza allí donde literariamente se guisa… En muchos poetas actuales (por ejemplo, Paúl Valéry o Jorge Guillén), su frigidez nos
desconcierta y, en parte, nos repele. ¿Son poetas sin alma? Yo no vacilaría en afirmarlo…» El 27 de enero de 1939, con 63 años, gravemente enfermo, sin documentos y sin dinero, pasó la
frontera francesa. En el camino, «una muchedumbre enloquecida (más de medio millón de personas), que atascó las carreteras y los caminos, en busca de la frontera…», como la describió Manuel
Azaña, trataba de escapar del terror franquista. Muchos de ellos terminaron en campos de concentración franceses, próximos a la frontera, y más de 10.000 terminaron en campos de
concentración nazis. El 22 de febrero, menos de un mes después, murió en Colliure. Machado, un hombre bueno y excelso poeta, terminó devastado por el cansancio, tras 'la Retirada'
a un país, Francia, que los recibió con desprecio. «Yo no debería salir de España –se cuenta que dijo el autor–. Sería mejor que me quedara a morir en una cuneta». Murió, a los 64 años,
oficialmente de neumonía, pero según Monique Alonso, impulsora de la Fundación Antonio Machado de Colliure, de pena, y por su enorme deterioro físico y moral. El mismo día que murió, su
hermano José recibió una carta ofreciéndole a Manuel un puesto de lector de español en la universidad británica de Cambridge. Machado sigue siendo el poeta español que mejor representa la
sentimentalidad, la vida, las emociones y lo humano, sin retóricas huecas, realizando una profunda reflexión sobre la existencia humana (la vida, la muerte, el tiempo…), la importancia de la
naturaleza, y la crítica a las ideologías deshumanizadoras, producto de su conciencia social. Además, su figura es el símbolo dramático del terrible exilio exterior republicano.