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Junto a mi balcón hace unos tres años que apareció una pequeña construcción conformada por barro mezclado con un aglomerado de piedrecillas e hierbas secas. ... Unas pequeñas aves blancas y
negras con silueta flechada y un vuelo de aceleraciones y quiebros admirable se afanaba en construir una 'casa'. Resguardo por un visillo las observaba en su afán y en la
admiración de que un ser tan pequeño llevase en su cabecita tal altos conocimientos de arquitectura. Finalizada su tarea la defendieron con valentía y al poco tiempo aparecieron varios
piquitos de retoños reclamando su alimento que aquellas constructoras portaban una y otra vez. Me fascinaban desde pequeños estas aves, que siempre han anidado cerca y me han protegido de
los mosquitos que comen por miles. Las golondrinas son aves migratorias emblemáticas, desempeñan un papel crucial en los ecosistemas locales al actuar como controladoras naturales de
insectos y otras plagas agrícolas. Lo más admirable de estas pequeñitas y volátiles acróbatas reside en que aparte de su conocimiento en el arte de la construcción radica en que recorren
miles de kilómetros desde el África subsahariana hasta la Península Ibérica, donde anidan durante la primavera y el verano. Este viaje, que puede superar los diez mil kilómetros, piénselo
bien, un continente entero antes de llegar a su cornisa. Su regreso anuncia la Primavera y ha sido fuente de inspiración en la cultura popular. Un ejemplo es el celebérrimo poema «Volverán
las oscuras golondrinas» de Gustavo Adolfo Bécquer, en el que simbolizan el retorno imposible del amor perdido. Sin embargo, su población está en declive debido a la pérdida del hábitat
natural, el desmedido uso de pesticidas en el campo y el cambio climático que altera sus percepciones, por lo que su presencia indica un entorno sano pese a la amenaza que soportan.
Programas de seguimiento y campañas de concienciación buscan mitigar las amenazas a las que se enfrentan. Cuidar de las golondrinas es también cuidar de nuestro equilibrio natural. Las
golondrinas han sido objeto de numerosas leyendas y creencias populares en distintas culturas ya sea por su comportamiento fiel o su aparición durante el comienzo del buen tiempo. En muchas
culturas mediterráneas se creía que las golondrinas eran almas de los difuntos que volvían a visitar a sus seres queridos. Por eso, matar una se consideraba un mal presagio. Su costumbre de
regresar cada año al mismo nido dio lugar a la creencia de que eran fieles a su hogar y a su pareja y esto las convirtió en símbolo del amor como en Bécquer. También en algunas zonas rurales
de España, se tenía la creencia que si una golondrina hacía su nido en una casa, traería buena suerte y protección al hogar. Por eso, se conservaban los nidos, incluso dentro de viviendas y
cuadras, aunque la más conocida cuenta que Jesucristo estaba clavado en la cruz y unas golondrinas intentaron quitarle las espinas de la corona. Por ese gesto se les concedió la capacidad
de volar libremente y con gracia. Cuídenlas, por ustedes mismos.