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Javier Gómez Granados Almería Sábado, 24 de mayo 2025, 21:44 Comenta Compartir Muchos años lleva el club burgalés tentando la opción del ascenso. Sin dinero, sin recursos, pero con mucho
trabajo e imaginación, recibiendo jugadores a préstamo y sacando de ellos el máximo rendimiento, aprovechando y gestionando bien la falta de presión por grandes objetivos en un club menor de
una pequeña localidad, el CD Mirandés, con el paso de los años, ha ganado méritos y reconocimientos. Con pocos medios y mucha ilusión van consiguiendo configurar equipos competitivos que,
en algún momento, pueden dar la campanada con su sonado ascenso a Primera. Y este año va camino de ser ese momento. Nadie contaba con ellos para el ascenso, pero ya nadie duda de que es el
equipo tapado de la temporada, aquel que no existía entre los favoritos, pero que, a punto de concluir la Liga en su fase regular, se ha destapado definitivamente a los ojos de todos sus
rivales. Desmantelado año tras año, consigue renacer y competir. De hecho, esta temporada apenas repite cinco futbolistas del pasado ejercicio. Y los resultados vuelven a dar la razón al
trabajo realizado en las oficinas del club. No tiene más truco que el esfuerzo diario. Con una defensa rigurosa y disciplinada, los burgaleses han implantado un sistema estoico de juego en
el que resaltan sus virtudes, especialmente la solidaridad y el sacrificio colectivo, obligando a los rivales a exprimirse al máximo para acercarse a su portería. Mientras tanto, sacan
petróleo de sus recursos ofensivos, obteniendo puntos sin necesidad de marcar muchos goles. SISTEMA DE JUEGO El joven técnico italiano –sólo 39 años– Alessio Lisci está demostrando ser un
buen estratega y un magnífico motivador. Situado en segunda posición, a dos pasos del ascenso directo a Primera División, el Mirandés apuesta por un dibujo 1-5-3-2 en el que destacan los
laterales, carrileros de largo recorrido para los que queda libre toda la banda. Mientras, tres centrales bien compenetrados cierran la retaguardia para que los hombres de creación trabajen
con más tranquilidad. Cuando toca echarse atrás, la defensa es de cinco, muy poblada y bien asistida por los pivotes. A pesar de que pueda parecer defensiva su propuesta, más aún cuando es
el segundo equipo que menos goles encaja –sólo mejorado por el Elche–, la realidad es que quiere el balón, busca la portería rival y gusta del juego vistoso y del control del esférico. Con
la pelota en su poder llena de gente el centro del campo, mientras los laterales se convierten en puñales ofensivos. Con ellos se descarga mucho la presión del rival en la zona ancha. Y con
dos delanteros en el área, los centros laterales cobran especial importancia. De hecho, el juego aéreo es uno de los puntos fuertes de este equipo que contrasta, por cierto, con el punto más
débil de la UD Almería que dirige Rubi. A Lisci le gusta y ha inculcado a sus jugadores un juego directo, tanto por bandas como buscando a sus delanteros, especialmente por arriba. No dudan
en disparar cuando hay ocasión. No se pierden en mil pases, aunque buscan siempre recuperar pronto la pelota. Ahí es donde adquiere valor la disciplina colectiva y la concentración
constante. En su estadio son especialmente complicados y en él desarrollan todas sus virtudes sin complejos. Ahora, por fin, el premio gordo está en sus manos. Comenta Reporta un error