Play all audios:
Martes, 3 de junio 2025, 23:14 Comenta Compartir La Segunda se ha consolidado como una de las competiciones más igualadas, impredecibles y emocionantes del fútbol mundial, pero a costa del
sacrificio de los equipos. Con 22 enfrentándose en 42 jornadas, este torneo largo y exigente suele mantener la incertidumbre sobre el ascenso a Primera y los descensos hasta las últimas
fechas. Una característica que llama especialmente la atención es que, a diferencia de Primera, el fútbol de plata no se detiene durante los habituales parones internacionales de septiembre,
octubre, noviembre y marzo. Mientras que la máxima categoría paraliza la competición para que sus internacionales se incorporen a sus selecciones, en Segunda el balón sigue rodando, incluso
cuando algunos equipos deben competir sin sus jugadores internacionales convocados. Esta continuidad se debe a la propia extensión del calendario. Con 42 partidos por equipo y sólo dos
interrupciones durante el año –la pausa estival tras el fin de temporada y el descanso navideño–, la Segunda no dispone de margen para más parones sin prolongar la competición hasta bien
entrado el verano. Si se produjeran esas pausas, sería necesario alargar el calendario para dar cabida a los encuentros aplazados, lo que complica la planificación deportiva y logística de
clubes y organismos. Desde la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) se aplican normativas estrictas que impiden a los equipos solicitar aplazamientos por la ausencia de futbolistas
convocados por sus selecciones. Según el artículo 39 del reglamento, la pérdida de jugadores por compromisos internacionales no se considera causa suficiente para suspender partidos, a menos
que circunstancias extraordinarias e imprevisibles reduzcan la plantilla a menos de once jugadores disponibles. Por ello, los equipos están obligados a competir con las plantillas que
tengan, incluso si deben afrontar encuentros con ausencias relevantes. En este contexto, las únicas soluciones para permitir futuros parones durante los compromisos internacionales pasarían
por modificar la estructura del campeonato. Algunas opciones planteadas serían adelantar el inicio y el final de la competición –como ocurre en la Championship inglesa–, jugar más partidos
intersemanales o reducir el número de equipos en Segunda, aunque ninguna de estas alternativas parece contemplarse a corto plazo. Así, la Segunda sigue siendo un campeonato implacable, que
exige adaptarse a las dificultades de un calendario exigente y a la continua batalla por la promoción y la permanencia, con el balón rodando sin descanso cuando las estrellas internacionales
se ausentan para defender a sus países. Comenta Reporta un error