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A simple vista, el noveno puesto de Fernando Alonso en el Gran Premio de España no debería ser motivo de celebración desbordada ni ... de titulares vibrantes. Pero en este contexto sí lo es.
Porque no se trata solo de los dos primeros puntos del año para el asturiano, sino de lo que significan: el fin de una sequía dolorosa, una bocanada de oxígeno para Aston Martin y, sobre
todo, una chispa de ilusión en una temporada que amenazaba con asfixiarse en la intrascendencia. Montmeló fue un punto de inflexión, más emocional que técnico, más simbólico que matemático.
Y eso, en el mundo de la Fórmula 1, a veces pesa más que una evolución aerodinámica. El noveno puesto de Alonso llegó en casa, ante una afición entregada que rugió cada vez que el Aston
Martin adelantaba o resistía como podía entre los colmillos de una zona media cada vez más salvaje. El asturiano lo explicó con sencillez: «Estoy satisfecho, sobre todo por la afición». Fue
una carrera sufrida, con degradación extrema, con un coche lastrado por la velocidad punta -«cruel», dijo Alonso- y con decisiones estratégicas que llegaron tarde. Y, sin embargo, puntuar
fue el bálsamo que necesitaba. Porque hacía falta. No solo por romper una racha impropia de alguien como Alonso -cero puntos en las ocho primeras citas-, sino por despejar las nubes que se
habían acumulado sobre el garaje de Aston Martin. Desde dentro insistían en que el coche no era tan malo como parecía, que en Imola y Mónaco se rozó la zona buena, que faltaba poco. Pero
solo los resultados validan los discursos. Y este noveno, por mucho que se construyera entre abandonos, sanciones y una última vuelta con batería descargada al límite, cuenta. Y cuenta
mucho. Más allá del resultado, lo que se intuía en Montmeló fue una versión más combativa del coche verde. El AMR25 sigue lejos del ritmo de cabeza, pero ya no parece condenado al fondo del
pelotón. Alonso lo explicó con cierta crudeza: «Ahora estamos entre el 10 y el 16, pero ya no estamos destacados de 19 y 20». Puede parecer poco, pero es el primer paso para volver a mirar
hacia arriba. Noticias relacionadas La clave está en la tendencia. Según el propio piloto, llevan tres fines de semana con argumentos sólidos. En Imola, la clasificación fue competitiva. En
Mónaco, de no ser por el caos estratégico y el motor roto, habrían sumado un sexto o un séptimo. Y en Montmeló, con todas las dificultades posibles, salieron con puntos en el bolsillo. Es un
hilo al que agarrarse, y en una temporada en la que la zona media está más apretada que nunca, encadenar tres o cuatro fines de semana sólidos puede marcar la diferencia. UN IMPULSO ANÍMICO
En lo deportivo, Alonso nunca se ha dejado llevar por la frustración. Pero en lo emocional, las rachas pesan. Los abandonos, las estrategias fallidas, la falta de ritmo... todo eso
erosiona, sobre todo cuando se viene de un 2024 que fue gris y de un 2023 en el que peleó por podios casi cada domingo, al menos en el primer tercio de la campaña. Por eso, este resultado no
es un simple noveno: es una recarga de energía. Y en el caso de Alonso, eso se traduce en competitividad. No es casual que, consciente de la posible sanción a Verstappen, se vaciara en las
dos últimas vueltas para arañar dos décimas que terminaron siendo decisivas. Ni que, pese a tener a su representado Bortoleto delante, no dudara en superarlo en la penúltima vuelta. La
actitud está intacta. Ahora falta que el coche acompañe. La próxima parada es Canadá, un circuito que siempre ha sido territorio fértil para Alonso. El año pasado acabó segundo en un fin de
semana brillante y, aunque ahora las circunstancias son otras, el propio piloto apunta a esa cita como una oportunidad real de seguir sumando. Las largas rectas del circuito Gilles
Villeneuve pondrán a prueba el principal talón de Aquiles del Aston Martin -la falta de velocidad punta-, pero también permiten que el DRS sea un arma más efectiva si el coche se comporta en
curva. Después llegarán trazados variados, con algunos escenarios donde las mejoras aerodinámicas previstas podrían tener mayor efecto. Aston Martin ha prometido un paquete técnico
importante para el segundo tramo del campeonato, y aunque nadie en Silverstone habla ya de podios, sí se respira una cierta esperanza de consolidarse en el top-10. Lo que viene no será
fácil, porque la batalla en la zona media es feroz. McLaren se ha escapado, Mercedes empieza a enseñar músculo y hasta Racing Bulls y Haas tienen fines de semana competitivos. Que se lo
digan a Hulkenberg, que ató un memorable quinto puesto. Pero Alonso ya no corre contra todos ellos. Su lucha es otra: mantenerse dentro, pelear cada punto como si fuera un podio y, sobre
todo, evitar que la temporada se apague antes de tiempo.