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Martes, 27 de mayo 2025, 00:58 Comenta Compartir El suelo sobre el que crecen los cultivos sigue siendo, con permiso de los avances en hidroponía, el elemento más básico para la agricultura.
Pero no es un recurso inalterable. Al igual que el agua, es un bien limitado, y además se deteriora por el uso. A las viejas prácticas de rotación y barbecho para luchas contra su
degradación se incorporan nuevas técnicas que, bien medidas gracias a la profunda digitalización que se está experimentando en el sector (sensores, drones, inteligencia artificial, software
de gestión...), aportan notables beneficios a una producción cada vez más optimizada. La ciencia está volcada en investigarlas para extraer el mejor rendimiento a través de multitud de
estudios que, sin embargo, no se están aprovechando como se podría. ¿Qué les falta? Mayor divulgación, según recoge un extenso artículo de la revista de investigación e innovación de la
Comisión Europea 'Horizon', publicado hace unos meses. En la Región de Murcia podrían aplicarse en determinados terrenos los avances que se están investigando en Austria, por
ejemplo, en la denominada agricultura de conservación, en la que se potencian los procesos biológicos naturales para conseguir un suelo más sano y una producción más eficiente. Al igual que
otros estudios que se están realizando en viñedos de la Región sobre los efectos positivos del riego deficitario son susceptibles de resultar igualmente eficaces en otros terrenos del sur de
Italia, por poner por caso. Como estos hay centenares de trabajos que no se están explotando en otros lugares de características similares simplemente porque no trascienden más allá del
ámbito local donde se han desarrollado. «FALTAN INCENTIVOS» «No es que la gente oculte sus datos, sino que simplemente no tienen incentivos para compartirlos», apunta el investigador José
Alfonso Gómez, del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS) de España. El artículo de la publicación de la UE incide en la necesidad de garantizar que los productores dispongan de las
herramientas y los conocimientos necesarios para extraer el mejor rendimiento de sus suelos y mantenerlos sanos. Al mismo tiempo, los responsables públicos también precisan de la mejor
información para promover las políticas agrarias más convenientes. Es un camino obligado en un mundo que en apenas quince años alcanzará previsiblemente 9.000 millones de habitantes a los
que dar de comer, casi mil millones más que ahora. Paradójicamente, junto a la creciente necesidad de alimentos se sigue perdiendo suelo para cultivar. Sólo desde el año 2000, la Región de
Murcia ha perdido el 40% de su suelo agrícola, al pasar de aproximadamente 600.000 hectáreas dedicadas a la producción agraria a poco más de 360.000 en 2022, último año del que hay
publicados datos oficiales. A nivel continental, un estudio de los expertos de la Universidad de Murcia (UMU) Asunción Romero y Alfredo Pérez, publicado en la revista científica
especializada en geomorfología del suelo 'Catena', recoge que el 30% de la superficie de cultivo europea está en algún nivel de riesgo de abandono. Son 56 millones de hectáreas que
llevan camino de desaprovecharse en un momento en el que paradójicamente se exige un mayor rendimiento al sector. El trabajo de Romero y Pérez, centrado en la Región, es un ejemplo de
estudio de alto valor que podría proyectar sus resultados sobre otras áreas del continente en las que, sin una adecuada transferencia de datos, ni siquiera van a ser conscientes de que
existen investigaciones que podrían ayudarles. Las conclusiones obtenidas en este estudio, a partir de análisis morfométricos en suelos en 57 áreas de tierras abandonadas y de análisis
físicos y químicos de suelos de 15 áreas en distintos puntos de la Región, apuntan a factores como la incidencia de la inclinación de las superficies y determinados bajos niveles de
presencia orgánica para explicar el abandono de terrenos. Son circunstancias susceptibles de reparación, no solo en los puntos concretos que se han estudiado, sino en otros similares que
pueden estar muy alejados; siempre y cuando esos conocimientos se compartan debidamente. La publicación de la Comisión Europea recuerda cómo durante años se han estado recopilando datos
sobre suelos en multitud de países para mejorar sus estrategias agrícolas. Se trata de un esfuerzo muy útil para los lugares en los que se ha trabajado que igualmente pueden resultar de
interés en otras zonas, siempre y cuando sus resultados se conozcan en estas también. «Los datos de estos experimentos locales pueden desempeñar un papel importante en la búsqueda global de
mejorar nuestros suelos al brindar información importante sobre las estrategias agrícolas que funcionan, o no, en contextos geográficos y climáticos específicos», recoge el texto. El
problema es que es una información que aún no resulta fácil de conocer para que otros puedan emplearla y armonizar las conclusiones a nivel de la Unión Europea. Aquí es donde el doctor Gómez
apunta a la necesidad de incentivos que impulse a los investigadores a compartir los datos obtenidos. Si los descubrimientos se ponen a disposición de otros investigadores se estará dando
un primer paso para lograr una visión general del estado de los suelos del planeta «y de qué se puede hacer para revertir las tendencias negativas». En esta línea, el experto del del
Instituto de Agricultura Sostenible encabeza una iniciativa de colaboración entre la Unión Europea y China, dirigida por la Universidad de Recursos Naturales y Ciencias de la Vida de Viena
(Austria), para ahondar en la gestión sostenible del agua y el suelo en la agricultura. Este proyecto, denominado 'Gestionar la escasez de agua en los sistemas de cultivo europeos y
chinos' y financiado por la Comisión Europea, persigue «entregar un conjunto de tecnologías y herramientas para empoderar a las personas y las organizaciones de las partes interesadas
de modo que puedan tomar decisiones informadas que les permita gestionar la escasez de agua en los sistemas de cultivo europeos y chinos, y consolidar una plataforma de investigación
integrada para la próxima década en la UE y China». HASTA LA ÚLTIMA VARIABLE El proyecto SHUI, como es conocido en su denominación en corto, supone la construcción de una base de datos,
disponible en internet, en la que se cargan y visualizan en un mapa los resultados de experimentos a largo plazo. Una consulta al portal donde está alojado permite observar los datos
detallados que se van renovando de distintos puntos de España, Austria, la República Checa, Reino Unido, Israel y China, incluidos los de una parcela de 5.480 metros cuadrados en Torre
Pacheco. Además, se enlaza con otras bases de datos de investigaciones sobre suelo y agua, como las denominadas Fatima, Ferinnowa y Solace, igualmente con financiación de la UE. El proyecto
combina así la experiencia que se va adquiriendo en múltiples disciplinas (agronomía, tecnología de riego, agricultura digital, hidrología, conservación del suelo y agua, teledetección,
fisiología vegetal, ciencia del suelo y socioeconomía), «y dentro de los sistemas de cultivos afines, en toda la UE y China», destacan sus creadores. Se trata, paradójicamente, de no tirar
por suelo los datos que el suelo nos da y aprovecharlos al máximo, «aquí y en la China Popular», como dijo sobre otro distinto menester un antiguo político catalán. * VINO GRIEGO CON
LECCIONES DEL SUELO MURCIANO Para mejorar la salud del suelo y la escasez de agua, el trabajo de los académicos no es lo más importante que falta», afirma el científico titular del Instituto
de Agricultura Sostenible (IAS), adscrito al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), José Alfonso Gómez. «Tenemos que poner los datos y el conocimiento en manos de las
personas que los van a utilizar: los agricultores, los responsables políticos y las empresas». En ello está Gómez al frente de la herramienta SHUI, financiada por la Unión Europea para que
esa información se comparta y se aproveche en distintas geografías. Como ejemplo de su utilidad, la revista de investigación e innovación Horizon de la Comisión Europea pone el de un
agrónomo aplicado en el estudio de viñedos en un emplazamiento concreto de Grecia, interesado en comparar sus resultados con otros puntos alejados, pero con climas similares, como la Región
de Murcia, donde se investiga el rendimiento de cultivos de vid con riego deficitario. En el mapa ubicado en internet en el que SHUI vuelca los datos de diferentes experimentos, el agrónomo
griego puede ir a la ubicación del experimento murciano y «descargar los datos sobre el tipo de suelo, el clima y el rendimiento que encontraron al aplicar técnicas de riego deficitario y
riego completo», de modo que aproveche estos resultados para su trabajo. El reto, señala Gómez, también es lograr que los agricultores puedan entender y poner en práctica en sus propias
tierras los datos de estos proyectos de investigación. Para ello existen otras iniciativas, como el denominado proyecto ISQAPER (siglas en inglés de 'Evaluación interactiva de calidad
del suelo en Europa y China para la productividad agrícola y la resiliencia ambiental'), igualmente financiada por Europa, que ha desarrollado un instrumento específico para
agricultores, denominado 'Aplicación de calidad del suelo', y conocido por sus siglas en inglés SQAPP. En palabras del doctor Luuk Fleskens, codesarrollador de la Universidad de
Wageningen (Países Bajos) de este instrumento alojado en internet, en él se «reúne información digital sobre el suelo en un lugar y un formato prácticos para que los usuarios finales
aprendan más sobre los suelos y las opciones para su gestión sostenible». Este desarrollo surge en parte de la idea de que «tal vez un agricultor no es consciente de que, además de un
problema específico que experimenta, hay otros parámetros o amenazas que pueden explicar por qué su suelo rinde mal», explica Fleskens, consciente de que «es necesario abordar los problemas
de calidad del suelo de manera integral». Este recurso facilita a los agricultores información sobre la salinidad, el contenido de materia orgánica y distintas amenazas que influyen en un
terreno determinado por el que se ha interesado, además de recomendarle medidas para mejorar su calidad: desde métodos de cultivos hasta técnicas de riego. Enfoques más locales Otro proyecto
financiado por la Comisión Europea, Landmark (siglas en inglés de 'Gestión de la tierra: evaluación, investigación, base de conocimiento'), trata de consolidar otro pilar
importante para que la producción de los terrenos agrarios se optimice con medidas apropiadas: la política. Este trabajo evidencia la necesidad de aplicar enfoques más locales a la gestión
sostenible de la tierra en función de sus características propias, para resultar más efectivos, lo que va en línea diferente a lo que con frecuencia ha estado haciendo la PAC (Política
Agraria Común), al apuntar hacia medidas globales. Se trata, en definitiva, de seguir investigando y conseguir que el conocimiento resultante llegue a quien debe llegar, para que su
aplicación nos beneficie a todos en este mundo cada vez más necesitado de una agricultura lo más eficiente posible. Comenta Reporta un error