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La entrevista a pie de pista con Mats Wilander concluye, pero Carlos Alcaraz no quiere abandonar la Philippe-Chatrier sin hacer algo antes. Agarra ... el micro y suelta un «popopopopopo
pololó» que resuena en todo el estadio y que acompañan los miles de espectadores con un «oleeeeé». Sonríe el murciano. Tenía ganas de hacer eso alguna vez en la pista central: «Lo tenía
pensado desde el año pasado. Era el momento de atreverme y hacerlo. La última vez que lo hice fue cuando vine a Roland Garros de niño, pero nadie me siguió en la grada. Quería hacerlo y ver
cómo reaccionaba la gente», reconoce el de El Palmar en rueda de prensa. Se siente como en casa en París, donde ha ganado 18 de sus últimos 20 partidos tras superar este miércoles en segunda
ronda al húngaro Marozsán (6-1, 4-6, 6-1 y 6-2). En la siguiente parada espera ya el bosnio Dzumhur. Regresaba Carlos Alcaraz a la Philippe-Chatrier 297 días después de disputar la final de
los Juegos Olímpicos. Nada en este retorno se asemejaba a lo vivido aquel 4 de agosto. Ni la pista, que ahora luce una placa conmemorativa en homenaje a los 14 entorchados de Rafael Nadal.
Ni tampoco el rival, ya que estaba Marozsán al otro lado de la red en lugar del temible Djokovic. Ni siquiera el cielo de París, este miércoles nublado y con lluvias intermitentes, lo que
obligó a jugar bajo el techo de la central. El calor lo puso en esta ocasión Alcaraz iluminado durante toda la primera manga. Intratable al servicio, poderoso con la derecha y atrevido para
responder a las constantes dejadas de Marozsán. A una de ellas contraatacó el murciano, que engañó con la mirada. La cabeza hacia un lado, la pelota hacia el otro. Todo salió a pedir de boca
para Alcaraz, que en apenas 25 minutos ya tenía la primera manga en su bolsillo (6-1). Sin cobertura Marozsan en el set inicial, apareció con fuerza nada más abrir el segundo para hacer
daño real por primera vez en el partido. Quebró el húngaro de salida a un Alcaraz más errático y menos profundo en sus golpes. Se lo fue creyendo hasta el punto de cerrar la manga a su
favor. En el camino, Alcaraz fue desperdiciando puntos de rotura para equilibrar el set. Hasta cinco oportunidades tuvo el de El Palmar, mucho más fino con el resto a medida que avanzaba el
partido. No llegó el equilibrio al marcador y sí las dudas, que comenzaron a invadir la Chatrier después de un primer set plácido. REACCIÓN TRAS EL GATILLAZO No perdió la tranquilidad
Alcaraz pese al marcador. En el inicio del tercer set, de nuevo volvió la versión de la primera manga, sólido al servicio y un martillo al resto. Hasta 17 opciones de rotura tuvo el número
dos del mundo, de las cuales aprovechó nueve. La reacción fue inmejorable en el tercer set: de nuevo un 6-1. La montaña rusa de Alcaraz seguía su ruta, pero ya con mucha más estabilidad. Se
divertía el murciano y se divertían los miles de niños presentes en la pista principal de Roland Garros, enloquecidos con su ídolo Alcaraz. Un revés por fuera de la red, una cortada para
superar a Marozsán en una bola que muchos otros habrían dado por imposible... Sacó todo el repertorio de golpes mágicos Alcaraz en la cuarta manga para sellar su billete hacia la tercera
ronda de Roland Garros donde ya espera al bosnio Damir Dzumhur, quien batió al nuevo ídolo local, el francés Mpetshi Perricard (7-6(4), 6-3, 4-6 y 6-4). El murciano se dejó un set en el
camino, pero el juego invita a pensar nuevamente en un Alcaraz dominador sobre la arcilla de París. Ya son 20 triunfos para él en el Bois de Boulogne. Ha necesitado 23 partidos para
lograrlo. Solamente Nadal, Bjorg, Courier y Wilander requirieron de menos partidos para alcanzar las 20 primeras victorias aquí.