Nuevos aires en chicago para el artista ángel haro | la verdad

Nuevos aires en chicago para el artista ángel haro | la verdad

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Domingo, 1 de junio 2025, 08:03 Comenta Compartir Ángel Haro explora otros mundos y forja nuevas patrias con gran facilidad. El nomadismo vital de este artista multidisciplinar está atestado


de hitos: Valencia, donde vino a respirar por vez primera y a sentir el calor de los primeros abrazos; París, donde se traslada su familia y vive parte de su infancia y adolescencia; Puerto


Lumbreras y Murcia, donde hizo sus mejores amigos; Madrid, donde ha desarrollado su carrera [«como pintor y escenógrafo autodidacta próximo a la abstracción expresionista», dice de él su


perfil en Wikipedia], Mozambique, donde ha realizado doce viajes en busca de la pureza, muchos de ellos con pintores de generaciones distintas como Miguel Fructuoso y el veterano Manuel


Belzunce; y Estados Unidos, donde expone, hasta julio, en la galería Rosenthal Fine Art Gallery, en el centro de Chicago, y a donde volverá a la vuelta del verano para pintar allí por unos


meses. Cambios de aires para uno de los grandes nombres del arte contemporáneo, que en cada propuesta da un nuevo giro en su forma de comprender este mundo. Guarda enormes recuerdos de esos


días en Mozambique, a donde quiere volver en febrero de 2026, «para seguir trabajando, ya que este año no he podido hacerlo y me falta esa pata». Recuerda «cuando me tocaba conducir todo el


tiempo porque estos dos cabronazos –dice, sin querer remover humores, sobre Fructuoso y Belzunce– no conducen. ¡Imagina conducir en África por la izquierda y pasándote cada dos por tres


vacas y gente. Cada vez que cogía el coche temblaba». De los dos dice que son «artistazos». Como él, sin duda. Y así también coinciden muchos de sus compañeros de generación. Mozambique es


una de sus patrias, «pero yo tengo varias». Nada tienen que ver Chicago, Murcia y Mozambique, pero opina que «en las tres hay algo salvaje que me interesa: hay algo directo, franco, jodido


también, que me atrae. No es que el vínculo sea yo, es que encuentro en estos tres lugares algo primario, telúrico y atractivo». DE AMÉRICA A CEUTÍ ¿Por qué esta galería de Estados Unidos se


ha fijado en su obra? Dice Haro que el galerista ha venido dos veces a España específicamente, primero a conocerle, y luego a elegir obra. «En Madrid, los galeristas no salen de la M30 para


ver un estudio», dice con franqueza. «Es la tercera vez que trabajo con una galería en Estados Unidos, y las tres veces los galeristas han venido a España, primero a mi estudio de Madrid y


luego al de Ceutí. No les duelen prendas por hacerse un viaje a donde sea». En Chicago, observa el creador, el espectador medio de esa galería, con 40 años de trayectoria, es de clase media


alta, culta, y con una edad también media alta, gente con recursos. También hay gente joven que se acerca. Y hay algo que destaca, porque conecta muy bien con la pintura centroeuropea y


norteamericana, que es el concepto de fuerza y energía. «Ellos lo entienden muy bien», explica, «porque vienen de una cultura donde la fuerza es un mérito; no hablo de violencia, sino de


hacer propuestas claras y enérgicas. Allí todo es muy grande, y necesitan energía para acompañarse en un territorio como Estados Unidos tan potente. Y a mí no me cuesta ningún trabajo


funcionar bajo la premisa energética y hacer propuestas muy contundentes. Aún a riesgo de equivocarme. Porque cuando se trabaja con la contundencia cometes errores y tienes más difícil


rectificar, suavizar, matizar... me interesa mucho ese poder de la pintura, ese poder visual de la materia, esa cosa casi telúrica que tiene la materia sobre el lienzo, o el hierro que se


retuerce, o la madera que se planta. Esos materiales que parece que quieres matar desde el arte más tecnológico y que no acaban de morir nunca». DAÑADO EN LA BATALLA Últimamente, siendo


alguien tan curioso que ha tocado todas las técnicas, cada vez está más convencido de que el centro, el eje, es enfrentarme a un lienzo con un montón de materia, embadurnarlo, y establecer


una batalla y salir lo menos daño posible de esa batalla. «Porque dañado sales». Sin duda, el lienzo es «un buen y jodido contrincante», insiste Haro. La escultura, una disciplina tan dura


físicamente, tiene una virtud, según el artista. «Arrancas desde un cuerpo, digamos, un cuerpo, algo con lo que te relacionas, y tienes que doblegarlo, llevarlo, hacerte amigo suyo, o lo que


sea... pero es un ente. El problema de la pintura es que la superficie del lienzo no es nada, es la nada, es el cosmos vacío, y tienes que construir el cosmos entero para poder jugar con


él. Primero, construirlo, y luego, trabajar con él. Es decir, fabricar un personaje para luego dialogar con él. Físicamente no es tan duro como la escultura, pero mentalmente es muy


complejo, agotador, y sanador también. A veces me preguntan si yo alguna vez he ido al psicólogo, y yo les respondo que ya voy al estudio todos los días». CORRER DETRÁS DEL TREN El arte es


el mejor diván, reconoce. «Escupes todo, aunque a veces no sepas lo que has hecho. A veces te enfrentas a piezas que parece que no has hecho tú, y puede que pasen meses y hasta años hasta


que descubras qué hiciste». Haro es como el río Guadiana en el sistema del arte. «Yo entro y salgo, es verdad. Todos los trabajos, sobre todo los artísticos, generan su sistema, eso es


inevitable. Y, además, llega gente nueva y desmonta ese sistema y monta otro. Y si no te pilla dentro, no tienes más remedio que hacértelo por tu cuenta. Lo peor es correr detrás del


sistema, eso es un fracaso seguro. Decía Lúcio Muñoz que si pasa un tren y no te has montado, espera a que venga otro, si es que viene, pero no corras detrás del tren porque no tiene


sentido». Lo que muestra estos días en Chicago está realizado 'ad hoc' para la galería. Hay, sobre todo, pintura de gran formato, «pintura, pintura... en mi línea». Si hubiera que


reseñar alguna novedad, dice que quizás la paleta ha cambiado un poco, «con más color». Era algo que ya venía haciendo, por cierto. También ha llevado cuatro piezas de una serie de


esculturas en hierro forjado, «que forjé a principios de año en la fragua de Martín Chirino, invitado por Marta, su hija, que fueron las últimas piezas que se forjaron en esa fragua, porque


después se desmanteló y se llevó a la fundación de Canarias». Un honor, reconoce, «porque yo vengo de familia de forjadores, y esta oportunidad ha sido un lujo». «ME ABURRO DE MÍ MISMO» Haro


tiene la sensación de que es «muy disperso»: «Me aburro de mí mismo. No sé trabajar desde la fórmula, la fórmula me aburre, y cuando logro algo que me interesa no sé coger eso y convertirlo


en fórmula. Aunque sé que para el mercado la fórmula es mucho mejor. De hecho, el mercado, los coleccionistas y las galerías se sienten más cómodos con artistas que trabajan con fórmula.


Aunque a mí me gusta ir por libre, y una de las ventajas del arte es la libertad, y no pienso renunciar a ella, en absoluto». La libertad no es una premisa tan elemental. Ha habido grandes


artistas que han trabajado bajo fórmula toda su vida, pero también ha habido otros «que por curiosidad, o por inconsciencia, o por necesidad, siempre nos falta el aire, y necesitamos buscar


oxígeno en otros lugares, en otras tesituras. Yo sé que eso tiene su peaje, y que hay que pagarlo, pero yo lo llevo pagando toda la vida, y lo he pagado, encima, contento». En diciembre


cumple 67 años. «Pero los artistas no nos jubilamos, al menos en este país, donde ni la legislación contempla que existimos. No estamos los artistas plásticos en ningún epígrafe cuando


hacemos la renta, no sé si estoy en el de los toreros o los ceramistas». Este 2025 estará en la exposición de homenaje a uno de los artistas más auténticos de la Región de Murcia: Antonio


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