Valor de ureña sin recompensa en su primera tarde en madrid | la verdad

Valor de ureña sin recompensa en su primera tarde en madrid | la verdad

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La tercera corrida de San Isidro estuvo marcada por el fuerte viento, elemento que complica sobre manera el toreo y el uso de las telas ... por parte de los diestros. Se anunciaba una


corrida de Fuente Ymbro, sería, que comenzó con un primer toro que volvió a los corrales al quedar descoordinado. En su lugar saltó al ruedo un castaño de Chamaco, bajo, con morrillo y con


sus perchas por delante. Manseó en los primeros tercios y llegó sin definir a la muleta de Perera que lo templó con oficio. La estocada precisó no fue suficiente y no estuvo acertado con el


descabello. El cuarto fue un gran toro, al que cuajó una gran faena Perera, que no tuvo remate con los aceros. El principio de faena fue espectacular, al hincarse de rodillas en los medios


para cambiar el viaje del toro, que galopó desde las tablas, en el último momento. Las siguientes series con las diestras, arrastrando la muleta por la arena y llevando larguísimas las


embestidas, hicieron rugir los tendidos. Pese al viento, se puso con la zurda y acabó su faena por manoletinas, adornadas en su remate con un pase cambiado. Solo faltaba que entrara la


espada, pero un pinchazo y la media final dejaron en una gran ovación el premio a una faena que apuntaba a puerta grande. El segundo de la tarde, de Fuente Ymbro, serio por delante, estaba


bien hecho. Era el primero toro del lote de Paco de Ureña y, tras los dos puyazos de Juan Melgar, entró al quite Ginés Marín por chicuelinas, replicando el de Lorca con un valiente y


ajustado quite por gaoneras. Brindó al público, pues vio buena condición en un toro que embistió por abajo pero al que le faltó chispa y emoción para una plaza tan exigente como la de


Madrid. El inicio de Ureña, en los medios, por estatuarios, con la muleta flameando, tuvo quietud, y las dos tandas siguientes con la derecha tuvieron ligazón y verdad. Bajó la faena con la


zurda, con el toro ya a menos y el vendaval haciendo imposible dominar la franela. Un pinchazo hondo y una media pusieron colofón a la primera actuación del torero de Lorca este año en la


plaza de Las Ventas. LA CORRIDA * Dónde Plaza de toros de Las Ventas de Madrid. Tercera corrida de la Feria de San Isidro. * Ganadería Cuatro toros de Fuente Ymbro y dos (sobreros 1º y 5º)


de Chamaco. * Miguel Ángel Perera (de verde esmeralda y oro), silencio tras dos avisos y ovación tras aviso * Paco Ureña (de tabaco oscuro y oro), silencio tras aviso y silencio tras aviso.


* Ginés Marín (de grana y oro), silencio y vuelta al ruedo. * Observaciones: Casi lleno, 21698 espectadores, en tarde ventosa. El quinto fue devuelto a los corrales al blandear y en su lugar


salió al ruedo un sobrero cinqueño de Chamaco, metido en kilos y que hizo cosas muy feas de salida, frenándose en los capotes. Resultó laborioso el tercio de varas y cuando toro y torero


quedaron a solas el cornúpeta embistió a oleadas, con mucha brusquedad. Mucha dureza ante la que Ureña puso verdad para colocarse en los terrenos donde se hace el toreo bueno, pero fue como


querer sacar agua de un pozo seco. Demasiado esfuerzo para poca recompensa. El jueves volverá a las Ventas. Ginés Marín se encontró con un tercer toro de Fuente Ymbro que tuvo ritmo y


calidad. Lo saludó con garbo a la verónica y brindó su faena al público. Se rebozó por abajo en un fenomenal inicio de faena, de toreo ortodoxo, en dos series con la derecha. Obligó mucho el


extremeño por abajo al astado y, por el pitón izquierdo, le costó más repetir las embestidas. Aun así, le robó un natural eterno Marín, que se vio desarmado al final de la tanda. Acabó la


faena a pies juntos, de frente, con el toro ya muy parado, lo que le complicó a la hora de entrar a matar. Pinchó antes de una estocada caída. Se protestó de salida al sexto, el de menos


trapío del festejo. Lo saludó a la verónica, en los medios, Ginés Marín. Firme estuvo con la muleta, aprovechando la movilidad del Fuente Ymbro en series con la diestra de buena colocación y


técnica, solventando las dificultades de un astado que embistió rebrincado y sin terminar de entregarse. Mató de una gran estocada y su esfuerzo tuvo el premio de la vuelta al ruedo.