El caos israelí: gaza cambia sangre por comida mientras netanyahu responde por corrupción | la verdad

El caos israelí: gaza cambia sangre por comida mientras netanyahu responde por corrupción | la verdad

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Nueva masacre en Gaza. Sangre por comida. Al menos 27 palestinos han resultado muertos y 90 han sido heridos este martes cuando acudían a un ... centro de distribución de alimentos en Rafah


y fueron alcanzados por disparos del ejército. Es la tercera ocasión en tres días en que se repite la misma tragedia. Desde el domingo, jornada en la que arrancó el nuevo sistema logístico


de reparto de ayuda, en manos de un contratista estadounidense y con Israel desde la sombra, el hecho de conseguir comida cuesta vidas en el sur de La Franja. Más de veinte países, Naciones


Unidas y la Unión Europea han exigido ya al Gobierno hebreo que ponga fin a este sistema de reparto y deje de «militarizar» el apoyo humanitario a los gazatíes. Todo esto sucede mientras el


primer ministro se ha sentado este martes en el banquillo para escuchar las acusaciones del fiscal por su presunta corrupción. Cinco años después de que comenzara a ser investigado, Benjamín


Netanyahu afronta un interrogatorio capital en el Tribunal de Distrito de Tel Aviv, donde debe responder por fraude y abuso de confianza mientras la Fiscalía trata de probar que el


dirigente hebreo aceptó costosos regalos por parte de los multimillonarios Arnon Milchan y James Packer a cambio de «favores» como la facilitación de visados o exenciones de impuestos.


Milchan, productor de Hollywood afincado en el Reino Unido, reconoció en 2023 este tráfico de obsequios. Comenzó «a veces por iniciativa mía, otras veces 'Bibi' (Netanyahu) me los


pedía. Y luego se convirtió en una rutina» entre 2011 y 2016, confesó en una declaración judicial. Aparentemente, el primer ministro le aseguro que aquellas regalías estaban permitidas, pero


resulta curioso que ambos utilizasen códigos en sus conversaciones. «A los cigarros los llamábamos 'hojas'. Al champán, 'rosado'. A las camisas, 'enanos'.


Netanyahu me dijo que, excepto una casa, está permitido que los amigos obsequien regalos a los amigos», dijo el empresario. El jefe del Gobierno ha sido interrogado varias veces por la


Policía y sus abogados, pero hoy responde a las preguntas del fiscal estatal Yehonatan Tadmor. En 2016 este jurista participó en la primera condena de un tribunal de Tel Aviv contra una


empresa de seguridad israelí que operaba en el extranjero por sobornar a un funcionario del Gobierno de Leshoto. Así se enviaba el mensaje de que Israel estaba dispuesto a «luchar contra la


delincuencia económica y el fenómeno de la corrupción en todo el mundo», según palabras del propio Tadmor. Por su parte, la jueza Rivka Friedman-Feldman, que preside el tribunal, ha


advertido a Netanyahu al inicio de la sesión que está obligado a «decir la verdad». El líder judío dice «no recordar nada sobre sus relaciones con empresarios». Antes de sentarse en el


banquillo, el primer ministro ha comentado que esta noche pasada mantuvo una conversación telefónica con el secretario de Estado de EE UU, Marco Rubio, quien le expresó su «sorpresa» de que


fuera encausado. «Toda esta investigación es una broma», ha subrayado. HUIDA CON LAS MANOS VACÍAS Mientras Netanyahu lucha en Tel Aviv por sortear un juicio que puede suponer su final


político, lejos del tribunal Mohammed Nahhal es uno de los miles de gazatíes que pelean contra el hambre y las balas. Este hombre de 44 años salió del campo de Khan Younis durante la


madrugada del domingo para conseguir alimentos en el centro de ayuda humanitaria de Rafah, en Al-Mawasi, el único de los cuatro puntos establecidos por la nueva agencia de distribución, GHF,


que ha logrado abrir sus puertas. Cuando se encontraba a medio kilómetro de la base, las patrullas israelíes empezaron a lanzar tiros. Según la versión oficial, los militares trataban de


dispersar a la población que buscaba el modo de asaltar el almacén. «Nos tiramos al suelo y siguieron disparando. A mi primo le diieron en el estómago. Se quedó sin aliento y cuando le


sujeté la mano, estaba helada», relata Nahhal a 'The Wall Street Journal'. Permaneció tendido en el suelo al lado del cadáver de su familiar durante largos minutos, hasta que


escuchó las sirenas de las ambulancias y pudo levantar la cabeza. Más de setenta civiles han muerto a tiros durante la distribución de alimentos en menos de tres días. En el caso de este


martes, las Fuerzas de Defensa afirman que dispararon contra un grupo de personas que se salió del camino establecido y se acercó a quinientos metros de las patrullas. «Las tropas


identificaron a varios sospechosos que se dirigían hacia ellos. Realizaron disparos de advertencia y, al no lograr que se retiraran, hubo disparos más de cerca para disuadir a quienes


avanzaban hacia las tropas», señala el comunicado emitido por las Fuerzas de Defensa. El Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por Hamas, ha calificado la acción de «masacre» mientras la


Defensa Civil ha asegurado que, además de los soldados, helicópteros militares y drones de combate dispararon contra la multitud que aguardaba la comida. El caos es absoluto a los tres días


de implantarse el nuevo sistema, pero la determinación de Israel para mantener en activo a la Fundación Humanitaria de Gaza, también. Las denuncias aumentan. Varias ONG han mostrado imágenes


de cómo los civiles son enclaustrados en estrechos pasillos limitados por vallas metálicas «como en un matadero» antes de tener acceso a los almacenes. En el interior, miles de personas


intentan hacerse con una caja de comida. Fuera, al aire libre, desde los camiones se preparan sacos con calabacines y patatas ante la desesperación de quienes sufren la hambruna, «Quiero


vender hasta mi sangre para que mis hijos coman», dice Attaui frente a las cámaras de una televisión. «Llegamos después de caminar toda la noche. No había orden, La gente cogía lo que podía.


Hubo disparos y huimos. Ni siquiera pudimos llevar algo de comida». Salem Al-Ahmad, un estudiante de 18 años, ha hecho varios intentos de entrar en el almacén de GHF desde el domingo, pero


todavía no ha conseguido ni siquiera unos gramos de harina. Solo ha recogido miedo. El lunes asistió en directo al tiroteo del ejército que dejó tres muertos y 35 heridos. «La situación


requería conseguir comida y salvarse de la muerte», explica en 'The New York Times'. Esa 'situación' ha llegado a tal absurdo letal que «quien recibe ayuda tiene que


retroceder rápidamente, unos tres kilómetros, porque el ejército empieza a disparar para desalojar la zona de civiles». En esa huida desesperada, cientos de personas arrojan al suelo los


paquetes de alimentos «porque es difícil cargarlos y correr con ellos». Tras la desbandada, la comida reventada queda dispersa sobre la arena. «La gente al final solo se lleva una bolsa de


un kilo para conseguir escapar». Algunas de las organizaciones expertas en operaciones humanitarias sostienen que la distribución actual registra múltiples fallos. De los cuatro almacenes de


la fundación, solo uno está en funcionamiento y el domingo, por ejemplo, permaneció abierto únicamente tres horas. Los empleados humanitarios consideran a todas luces insuficiente esta


logística para abastecer a dos millones de palestinos «hambrientos y en una situación extrema de necesidad». La mayoría de ellos camina durante horas hasta el puesto y debe hacerlo sorteando


zonas de combate, puestos de patrulla y corredores prohibidos vigilados por el ejército. La ONU calcula que las rutas preestablecidas a través de todos estos obstáculos son escasas para un


gentío «desesperado». «Muchos ni siquiera las conocen». De modo que los civiles terminan saliéndose de los caminos autorizados y unos cuantos son abatidos o heridos por el ejército. LA GAZA


DE TRUMP Decenas de ONG han criticado a la GHF porque «no sigue los principios humanitarios» y exigen volver al modelo anterior, dirigido por grupos que llevaban lustros en La Franja, para


ampliar la capacidad de abastecimiento. Dudan, además, de la competencia de la agencia para cumplir su cometido. La fundación cuenta con un equipo de contratistas privados dirigido por un


antiguo agente de la CIA, que entrenó a la 'contra' en Nicaragua en los años 80 y más tarde lideró operativos de espionaje en Afganistán antes de integrase en el sector privado de


la seguridad en Estados Unidos. Durante el alto el fuego con Hamás, Israel contrató a este grupo para vigilar uno de los corredores principales de Gaza. Algunas organizaciones ven detrás de


toda esta operación un paso más hacia la ocupación de La Franja con el objetivo posterior de convertirla en ese paraíso urbanístico con el que fantasea Donald Trump. El ejército está


consiguiendo llevar a toda la población al sur del territorio, lo que hace tomar forma a su plan de ocupar el 75% de Gaza y dejar a dos millones de civiles en el 25% restante.


«Evidentemente, esa presión poblacional insoportable intenta que los ciudadanos busquen alguna salida, una emigración forzosa como ya plantearon EE UU e Israel», señalan los opositores al


proyecto de la famosa 'Riviera de Oriente Medio', la urbanización de lujo en plena Gaza que ha propuesto el presidente estadounidense. Quizás ahora no corran los mejores tiempos


para este plan. Trump ha dado muestras recientes de cansancio sobre los vaivenes de Benjamín Netanyahu, su obsesión para que EE UU asfixie a Irán en plena negociación del nuevo tratado


nuclear y el retraso para firmar un acuerdo de alto el fuego en La Franja. Sin embargo, el ministro hebreo de Defensa, Israel Katz, sigue siendo un entusiasta defensor de la reurbanización


total de Gaza. Aunque sin gazatíes dentro.