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En la difícil situación que atraviesa el mundo, los ciudadanos de la Unión Europea deberíamos tener claras, en mi opinión, al menos tres ideas: 1. ... La amenaza a la integridad territorial
de Europa por parte de la Rusia de Putin es real; y no simplemente imaginada. Afirmar que esta amenaza no se va a cumplir, porque Putin no tiene ni capacidad ni deseo de invadir otros
Estados, no deja de ser una ingenuidad. De optimismos ingenuos están empedrados los cementerios de la Historia. Primero ha sido Crimea; después, otra parte de Ucrania. Si ahora no lo
frenamos, correrán riesgos Moldavia, Rumanía, Polonia, los Países Bálticos o Finlandia. Todo ello sin olvidar que, como ya se ha dicho, un misil ruso tardaría diez minutos más en llegar a
Madrid que a Varsovia. Pero lo más grave es que Putin amenaza nuestro modo de vivir. Nosotros, los europeos, vivimos conforme a los principios de la Ilustración; respetamos la vida y los
derechos de los individuos; admitimos que el poder político reside en el pueblo; y que el respeto a las leyes es la garantía de nuestra libertad y nuestra dignidad. Y, respetando la libertad
del mercado, hemos conseguido unos sistemas económicos muy eficaces, que garantizan un elevado nivel de prosperidad. Pues bien, nada de esto se ha conseguido en la Rusia soviética ni en la
postsoviética. No hay nada que moleste más a un tirano como Putin que la prosperidad y la libertad de los pueblos vecinos. 2. Los estadounidenses se equivocaron votando a Trump. Pero ahí
está, para cuatro años, y ya veremos si no para muchos más. Trump ha roto los vínculos de solidaridad con Europa. Después de más de ochenta años, USA ha dejado de ser un aliado fiable, y se
ha hecho amigo y cómplice de nuestro enemigo Putin. Los europeos tenemos que asumir nuestra soledad. Podemos abrir nuevos mercados, y establecer nuevas relaciones con países de otros
continentes. Pero a la hora de defendernos del imperialista Putin, estaremos solos, sin la cobertura militar que antes nos proporcionaba USA. Ni siquiera podemos confiar ya en la OTAN.
Porque ahí quien manda es la USA de Trump, y hay duda de que se llegase a aplicar el artículo quinto del Tratado en el caso de que Putin invadiese cualquier país de la organización. JUNTOS,
CON LA LUZ DE LA ILUSTRACIÓN, VENCEREMOS A LOS BÁRBAROS DE LAS CAVERNAS 3. Y la tercera idea consiste en que, en esta situación, la única salida es acelerar la integración de la Unión
Europea, fortaleciendo los vínculos de cohesión interna. Necesitamos una Defensa común, y una política exterior común. Aisladamente, frente a Putin, seríamos presa fácil. Pero juntos, los
veintisiete Estados de la Unión, triplicamos la población de Rusia, quintuplicamos su PIB; nuestra capacidad industrial y tecnológica es muy superior a la de Rusia, y entre todos podemos
articular unas industrias de defensa con las que intimidar a cualquier Putin de turno. Sin embargo, en nuestras reflexiones como europeos, no nos podemos ocultar que, para alcanzar una mayor
integración en materia de Defensa, tendremos que superar, al menos, tres obstáculos: 1. La lentitud de los propios mecanismos de integración de la Unión Europea. El objetivo final es que la
Europa de los Estados se convierta en una estructura supraestatal de todos los ciudadanos europeos. Pero, como ya previeron los padres de Europa, esto no se hará de golpe, sino poco a poco,
creando primero solidaridades de hecho. A lo largo de estas décadas, hemos sido capaces de crear bastantes solidaridades de hecho. Pero aún queda mucho por hacer. La ambición de Putin y la
estulticia de Trump han servido para acelerar esta integración en materia de Defensa. Cada Estado ha de hacer su propio esfuerzo presupuestario para atender los gastos militares. Pero la UE
está articulando rápidamente mecanismos de coordinación de las industrias de Defensa; y resortes para la mutualización de algunos de estos gastos extraordinarios. 2. El segundo obstáculo son
los caballos de Troya que tenemos ya en el interior de las estructuras políticas europeas. Son formaciones de extrema derecha, amigos de Putin, palmeros de Trump, y antieuropeos
convencidos. Y también las formaciones de extrema izquierda, inmaduras, inconsistentes, y ancladas en la adolescencia del BUP, con carpetas llenas de pegatinas con el 'No a la
OTAN'. Los liberales, conservadores y socialdemócratas deberíamos desarrollar una amplia e intensa labor pedagógica, para recuperar el prestigio y la confianza en los partidos clásicos.
3. Y, en fin, el tercer obstáculo es la propia incoherencia de la Unión Europea en algunas cuestiones claves. No podemos alzar la voz como defensores de los valores de la Ilustración, sin
haber diseñado y llevado a la práctica una política de inmigración que respete la dignidad y los derechos de los inmigrantes. Y no podemos alzarnos ni convencer a nadie de que la UE es una
estructura nacida para la paz, si seguimos siendo encubridores del genocidio de palestinos que está llevando a cabo Netanyahu. Son importantes, pues, los obstáculos a superar. Pero hay que
cerrar filas. Juntos, con la luz de la Ilustración, venceremos a los bárbaros que proceden de la oscuridad de las cavernas.