La devoción por el encuentro permanece intacta en cartagena | la verdad

La devoción por el encuentro permanece intacta en cartagena | la verdad

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Los marrajos esperaban impacientes el inicio del Viernes Santo en el callejón de Bretau desde donde, por primera vez, se podía ver un reloj gigante ... reflejado en la fachada del Palacio De


Molina, que marcaba la cuenta atrás con los minutos que restaban a la última noche california de la Semana Santa. Poco después de terminar la procesión del Silencio, los granaderos morados


salían a anunciar el Viernes Santo al son de la tradicional 'Micaela', entre los vítores de muchos hermanos cofrades y seguidos de cerca por los judíos. La larga madrugada morada


daba comienzo en Cartagena con unas calles abarrotadas de gente, que disfrutaba despreocupada mientras empezaban a salir los cortejos del Encuentro. A las dos en punto de la madrugada el


primer cohete precedía a la salida del primer trono de la procesión de la Verónica desde la iglesia de Santa María en dirección a la plaza de la Merced. Tan sólo diez minutos después salía


del antiguo Hospital de Marina el Cristo de Medinaceli, mientras que el titular de la cofradía, Nuestro Padre Jesús Nazareno, lo hacía a las dos y media desde la Pescadería de Santa Lucía,


rodeado de los judios y de las decenas de devotos que lo acompañaron por las calles del barrio. El cuarto y último cortejo, el que comparten San Juan y la Santísima Virgen Dolorosa, partía


de Santa María de Gracia quince minutos antes de las tres de la madrugada. A esa misma hora, la multitud comenzaba a agolparse en el Lago aguardando para presenciar el momento más esperado


de esta larga madrugada, el Encuentro entre Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Virgen Dolorosa. Precediendo a este momento álgido tenía lugar otro instante digno de mención, cuando confluyen


en la plaza de la Merced los tronos de la Virgen y San Juan y sus portapasos se dan la mano en señal de saludo. Desde el balcón del Palacio de Aguirre, la cantaora de Alcantarilla Maribel


Castillo dedicó una saeta por seguiriyas a la Dolorosa y al Nazareno, que rompió el respetuoso silencio que inundó el lugar tras el encuentro, arrancando el aplauso y los vítores de las


miles de personas que llenaban el bulevar José Hierro y las calles aledañas. Desde la plaza de la Merced, los cuatro cortejos se fundieron en uno solo y pusieron rumbo de vuelta a la iglesia


de Santa María, donde cientos de fieles entonaron la Salve frente a la imagen de la Virgen. El Viernes Santo continúará los cortejos morados, con la salida a las ocho de la tarde de la


procesión del Santo Entierro.