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Los medios en lengua malaya, seguidos por la mayoría de la población, están más sometidos a la censura que sus homólogos en inglés, chino, tamil u otras lenguas de Malasia. Algunas
cuestiones relativas al islam, que hasta hace poco eran tabú, comienzan a tratarse, como las conversiones, los matrimonios infantiles o los casos de apostasía. El gobierno ha endurecido las
infracciones vinculadas con las llamadas “3 R” (raza, religión, realeza) y ha detenido y sancionado a varias personas por sus comentarios en Internet.