Relatos de veteranas con experiencias militar

Relatos de veteranas con experiencias militar

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Castellano-Hoyt se hizo amiga cercana de varias de las demás mujeres con las que prestó servicio y se mantuvo en contacto con ellas a lo largo de los años. Una de ellas se convertiría


posteriormente en madrina de su hijo. "En aquel tiempo eran muy estrictos”, recuerda. “Nos separaban de los hombres. Podíamos trabajar lado a lado con ellos en oficinas y hospitales,


porque las mujeres en ese entonces eran asistentes de enfermería. Nuestros cuarteles estaban en un área, estábamos separadas. Había guardias alrededor de nuestros cuarteles todas las noches.


Si un hombre tenía que venir a nuestros cuarteles, alguien debía estar alerta y gritar ‘¡hombre presente!, y todas nos dispersábamos". El WAC se disolvió en 1978, cuando las mujeres se


integraron al Ejército junto con los hombres. Castellano-Hoyt dejó el Ejército en 1961 con el rango de especialista de cuarta clase. Continuó su vida de servicio público trabajando para la


ciudad de San Antonio, Texas, donde todavía vive. Su último puesto fue como jefa de gabinete del alcalde Bill Thornton. "Tengo cinco hermanos, y todos prestaron servicio en el


Ejército”, dice. “Mi hijo está jubilado del Ejército. Mi ahijado, que es mi sobrino, actualmente tiene el rango de capitán y es piloto de helicóptero. No fui yo quien empezó la tradición; mi


tío prestó servicio en la Segunda Guerra Mundial y después en Corea. Pero en total tenemos un historial familiar de más de 100 años de servicio militar en este país, y todos somos


hispanos”. Hoy es una de las socias fundadoras del Women in Military Service for America Memorial, un monumento a las mujeres en servicio militar para Estados Unidos que se encuentra en


Arlington, Virginia. SHIRLEY GERRIOR, 71 AÑOS, CORONEL (JUBILADA) A principios de la década de los 80, Shirley Gerrior se unió a la Reserva del Ejército como nutricionista y prestó servicio


en hospitales generales, hospitales de campaña y grupos médicos. Durante 23 años equilibró su trabajo diurno como nutricionista clínica con el requisito de la Reserva de prestar servicio


activo un fin de semana al mes y dos semanas al año. Sin embargo, en el 2003 la llamaron a Fort Campbell, Kentucky, para prestar servicio activo en apoyo de la Operación Noble Eagle, que


asistía a agencias federales, estatales y locales en respuesta a los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001. Gerrior cubría el puesto de los soldados que habían sido enviados al


extranjero y ayudaba con el entrenamiento para apoyar las necesidades médicas de la 101.a División Aerotransportada. Cortesía Shirley Gerrior "Me avisaron con solo un día de


anticipación”, dice. “Tienes que estar lista para responder al llamado, y un día no era mucho tiempo. Siempre tienes esa bolsa empacada, la bolsa de lona está lista con todo tu equipo".


Durante los cuatro meses que estuvo allí hizo amistades que conserva hasta la fecha. "Llegas a conocer gente y recibes mucho apoyo como mujer”, dice Gerrior desde su hogar en


Wilmington, Carolina del Norte. “Estábamos afuera en tiendas de campaña y teníamos que ir al baño y letrinas o lo que sea, así que estás expuesta a muchos tipos de cosas distintas y las


mujeres estaban ahí para apoyar”. Ella cree que el instinto maternal de las mujeres es parte de la razón por la que la mayoría de las unidades médicas tenían más mujeres que hombres. “[Las


mujeres] se enfocan en la salud y el bienestar, entonces esa es la energía que se siente. Para mí, en ese tipo de ambiente, eso da contención”. Gerrior reconoció que ganarse el respeto por


su servicio no siempre ha sido fácil. “Si tienes un cónyuge masculino, cuando alguien dice que son militares siempre miran al hombre, no a la mujer. En algunos casos, la mujer es casi


invisible. Respeta a las mujeres por su servicio; reconoce su servicio". _Nota de redacción: este artículo, publicado el 10 de junio de 2020, ha sido actualizado con nueva información. 


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