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ChrisAnna Mink tenía 60 años cuando inició su segunda carrera, como reportera del periódico The Modesto Bee en California. Dice que “hace falta recordarle al público que existe un aspecto
humano que acompaña a las estadísticas” sobre la mala salud, la pobreza y el hambre. “Si yo escribo ese tipo de historias, puede que haya cambios”. Mink regresó a la universidad para obtener
una maestría en Periodismo Especializado de University of Southern California (USC), y se unió a Report for America (en inglés), una organización que consigue empleos en salas de prensa
para periodistas, a fin de que reporten sobre temas y grupos de población poco cubiertos. Mink no se sorprendió al enterarse de que era mucho mayor que sus colegas de Report for America
(RFA), cuya edad promedio era 26 años. “Muchas de nuestras experiencias compartidas se basaban en que [los compañeros de RFA] eran de la misma edad que mi hijo”, cuenta. Pero cada vez hay
más personas mayores de 50 años dedicadas a cubrir temas de periodismo comunitario, a medida que disminuyen los medios informativos debido a recortes presupuestarios, un proceso que amenaza
la difusión de eventos importantes y el análisis de decisiones esenciales. LOS MEDIOS INFORMATIVOS LOCALES NECESITAN EMPUJE Desde el 2004, una cuarta parte de los periódicos del país han
cerrado, entre ellos más de 2,000 semanarios locales, según la Facultad de Periodismo y Medios Hussman de University of North Carolina. Solo durante la pandemia, se cerraron casi 90
periódicos. Otros han reducido el número de días en los que se publican, y la mayoría han despedido a por lo menos algunos empleados. “En el periodismo local, necesitamos toda la ayuda que
podamos conseguir”, señala Kim Kleman, vicepresidenta sénior de Report for America. “Lo que está atrayendo a las personas es una sensación de misión. Esa misión es contar las historias que
no se han contado bien o no se han contado lo suficiente, y elevar las historias de aquellas personas sobre quienes no leemos”. Muchos adultos mayores y jubilados están muy conscientes del
deterioro de los periódicos locales y con frecuencia pueden invertir tiempo en ayudar a llenar el vacío que queda cuando desaparecen esos periódicos. “Ellos son los que se hacen presentes”,
dice Darryl Holliday, quien dirige Documenters Network (en inglés), una organización sin fines de lucro que capacita y remunera a personas en Chicago, Cleveland, Detroit y Minneapolis para
que asistan a reuniones públicas —que de lo contrario no tendrían cobertura periodística— y escriban sobre ellas. Si bien a sus reporteros les pagan $16 por hora, “ellos hacen este trabajo
porque desean participar e interactuar”, señala. Es como ser “un testigo ciudadano invisible”, cuenta Leslie Kouba Bednar, de 60 años, una agente de bienes raíces semijubilada y reportera de
Documenters Network en Cleveland, quien en enero aprovechó esa experiencia para conseguir un empleo como columnista de Cleveland.com. Bednar, exconcejal municipal de una zona residencial de
las afueras de Cleveland, comenta: “Siempre creí que sería un privilegio poder descorrer el telón y revelar lo que está sucediendo en una reunión que impactará a todas las personas en un
lugar como Cleveland”. Dice que los adultos mayores están bien preparados para hacerlo. “Tienen la perspectiva para percibir lo que está sucediendo cuando hacen un reportaje”, afirma. “Lo
que los preparó para ser periodistas es todo lo que han vivido, la suma total de sus experiencias. Además, a nivel práctico, disponen de tiempo”. ¿QUIÉN FUE ELEGIDO ALCALDE? Sonja Stuckey,
una maestra del método Montessori jubilada de 62 años, es reportera de Documenters Network en Detroit. “Me gusta que se cuente la verdad. Me gusta saber que las personas se enteran de lo que
en verdad sucedió, y no de la versión de alguien”, dice. Stuckey señala que a los mayores de 50 años les atrae este tipo de trabajo, porque “terminaron de criar a los hijos, ya no intentan
demostrar lo que valen en una carrera y desean contribuir a la comunidad”.