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SE CONOCE COMO SOBERANÍA NACIONAL AL TIPO DE SOBERANÍA CARACTERIZADO POR OTORGAR EL PODER DE UN DETERMINADO TERRITORIO A SUS CIUDADANOS, LOS CUALES LO APLICAN MEDIANTE DELEGACIÓN EN ÓRGANOS
DE REPRESENTACIÓN. La existencia de soberanía nacional se fundamenta en la existencia de un marco legal y constitucional que haga posible y legitime la relación de los ciudadanos soberanos
con unos dirigentes que los representan y garantizan sus derechos y libertades. Esta modalidad de soberanía tiene su origen tras la Revolución francesa y el avance exponencial de fenómenos
como la apertura del sufragio en la ciudadanía, el crecimiento de la clase burguesa en las sociedades y la caída del antiguo régimen feudal. Debido a la gran dificultad para llevar a cabo el
autogobierno por parte del pueblo, se hacen necesarias la constitución de diversas instituciones representativas que lleven a cabo esta tarea garantizando la necesaria administración de los
estados. NATURALEZA DE LA SOBERANÍA NATURAL La soberanía nacional enfoca su objetivo a la nación como agrupación de unos ciudadanos en un país, una especie de ente con derechos y
libertades que comparten membresía en esta unidad. En ese sentido, los nuevos ideólogos y liberales franceses e ingleses que establecieron este formato de gobierno pretendían repartir la
capacidad decisoria en la totalidad de la nación frente al antiguo poder concentrado en los antiguos reyes y señores nobles. La voluntad del pueblo, expresada mediante mayorías, será la
directriz a seguir a la hora de tomar decisiones de carácter político, económico o social. Este punto recalca una vez más la importancia de lo común y la naturaleza de nación como ente
multitudinario y heterogéneo frente a papel más individualista del ciudadano. LA NACIÓN COMO NÚCLEO DIRIGENTE Siguiendo lo descrito, el verdadero cambio desarrollado con la llegada de las
soberanías nacionales fue el importante papel otorgado a las naciones y las identificaciones nacionales. A finales del siglo XVII y en las décadas siguientes se produjo el nacimiento de
gran número de estados siguiendo tradiciones y se ensalzó en ámbitos como el arte y la literatura este hecho (prueba de ello son las identidades nacionales representados en el movimiento del
Romanticismo). Las naciones pasaron de tener conflictos diplomáticos o bélicos en nombre de sus reyes y nobles a tenerlos por causas nacionales y territoriales, por ejemplo en el caso de
Alemania o Italia, así como las múltiples guerras de secesión o de independencia en América respondiendo a cuestiones identitarias y de reclamo de poder frente a reinos coloniales.