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BOOKMARK Que la Tierra es redonda, que los planetas giran alrededor del Sol o que un año solar tiene 365 días es algo que se aprende en (casi) todas las escuelas del mundo, con independencia
del país o el idioma. Pero por muy elemental que parezca, a la hora de dividir el mapamundi no todos los alumnos estudian que la Tierra tiene el mismo número de continentes. En Estados
Unidos, por ejemplo, los libros académicos recogen que son siete ―América del Norte, América del Sur, África, Europa, Antártida, Asia y Oceanía (o Australia)―, pero en Europa se dice que son
seis ―América solo cuenta como uno―. Para los rusos, sin embargo, son Europa y Asia los que constituyen el sexto territorio, Eurasia. La palabra _continente_ deriva del latín ―_terra
continēns_― y viene a significar «tierra conectada» o «tierra que se mantiene unida», por lo que en sus orígenes se aplicaba a cualquier trozo de tierra que no fuera dividido por agua, sin
importar su tamaño e incluyendo las islas. Inicialmente, para la civilización occidental Europa y Asia eran los únicos continentes, pero la lista se amplió con África y las Américas conforme
las expediciones europeas alcanzaron sus costas y se exploró su territorio. De esta forma, el concepto de continente ha ido evolucionando hasta representar, por lo general, una superficie
de tierra extensa, continua y aislada por agua. Sin embargo, no se ha establecido ningún tipo de criterio en cuanto al tamaño o la separación mínima que debe tener un pedazo de tierra para
ser considerada un continente, por lo que históricamente la división del mundo se ha ido desarrollando por convención, utilizando indistintamente argumentos geográficos, históricos,
culturales o políticos. Por eso mismo, responder a la pregunta de qué es un continente o cuántos continentes hay en el mundo no es tan sencillo. Uno de los modelos más extendidos es el
estadounidense ―con siete continentes―, pero probablemente el más exacto es el que defiende que hay cuatro continentes. Esta interpretación excluye aquellas separaciones de agua que no son
naturales, es decir, los canales de Panamá y Suez, de manera que la división se reduce a Eurafrasia, América, Australia ―que no Oceanía, que combina esta última con islas más pequeñas en el
océano Pacífico― y la Antártida. > El geoesquema de la ONU: así divide el mundo la organización > internacional Entre los dos sistemas, además del europeo o el ruso ―seis―, existe otro
modelo que contempla la existencia de cinco continentes: África, Europa, Asia, América y Oceanía. Además de unir las Américas, esta propuesta, utilizada entre otros por el Comité Olímpico
Internacional ―los cinco anillos olímpicos simbolizan los cinco continentes―, también deja a un lado la Antártida por no estar habitada. Asimismo, al margen de todas estas clasificaciones
destaca la de la Organización de las Naciones Unidas, que en lugar de dividir el mundo en continentes lo hace en seis regiones macrogeográficas y sus respectivas subregiones siguiendo
criterios estadísticos para facilitar su análisis. De esta forma, el geoesquema de la ONU, nombre que recibe dicho modelo, refleja cinco territorios: África ―cinco subregiones―, América
―cuatro―, Asia ―cinco―, Europa ―cuatro subregiones, incluyendo la Europa oriental donde queda enmarcada Rusia― y Oceanía ―cuatro―. En todas estas propuestas los continentes incluyen las
islas asociadas a su plataforma continental. Japón, por ejemplo, es parte de Asia de la misma forma que las islas del Caribe o Groenlandia se consideran normalmente dentro de América del
Norte. La razón de este agrupamiento es que las fronteras de los continente no están delimitadas por su costa, sino por la mencionada plataforma continental, la superficie del fondo
submarino que los rodea y cuya profundidad es inferior a 200 metros. Las plataformas continentales terminan de forma abrupta, dando lugar a enormes barrancos submarinos llamados taludes
continentales y a partir de los cuales se extienden las plataformas oceánicas, que cuentan con una profundidad superior a los 3.000 metros. El fácil acceso y su riqueza en recursos
pesqueros, energéticos o minerales han convertido a las plataformas continentales en un espacio codiciado por muchos países. El derecho del mar contempla de hecho la posibilidad de reclamar
la extensión de la zona económica exclusiva de un país más allá de las 200 millas náuticas si existe una plataforma continental. España, por ejemplo, está tratando de convencer a la ONU de
que su plataforma se extiende 425.000 kilómetros más allá de sus fronteras actuales en el océano Atlántico, una reclamación que sin embargo choca con otras reclamaciones de Marruecos o
Portugal. __Descargar mapa __ Creative Commons BY-NC-ND × Gracias por utilizar nuestro contenido. Que los puedas disfrutar de manera gratuita no sería posible sin el apoyo de nuestros
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