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La maquinaria de Industrias Cárnicas Sierra Nevada coge polvo. San Judas Tadeo, Fray Leopoldo y otros santos descansan en las paredes de las instalaciones, pero ... sus propietarios ya no
saben a quien rezarle. Hace dos años que tuvieron que cesar la actividad por una alerta sanitaria de decretada por la Consejería de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía. Detectaron
listeria en algunos de sus productos, en concreto en un lote de salchichón y fuet ibérico, aunque inmovilizaron la totalidad de su producción. Recientemente, el juzgado de Instrucción Número
1 de Granada ha acordado el sobreseimiento de las diligencias previas y el archivo de las actuaciones que se iniciaron por un presunto delito contra la salud pública. Las instalaciones
siguen con el precinto del Seprona de la Guardia Civil y 7.000 jamones permanecen colgados en los secaderos, a la espera de luz verde para poder venderlos o destruirlos, si es que se
certifica que no están en buen estado. La empresa cumple 40 años de trabajo en este 2025 y la familia, ligada históricamente a esta fábrica de Cájar, recibe el aniversario con un sabor
agridulce. LAS INSTALACIONES SIGUEN CON EL PRECINTO DEL SEPRONA DE LA GUARDIA CIVIL Y 7.000 JAMONES PERMANECEN COLGADOS EN LOS SECADEROS, A LA ESPERA DE LUZ VERDE PARA PODER VENDERLOS O
DESTRUIRLOS, SI ES QUE SE CERTIFICA QUE NO ESTÁN EN BUEN ESTADO Están desesperados y creen que todo ha sido un «montaje» que los tiene sumidos en la ruina. Consideran que la administración
no ha actuado con diligencia y valoran las pérdidas en más de dos millones de euros, mientras la Junta asegura que insta a la empresa a garantizar la salubridad. La fábrica tuvo que despedir
a parte de la plantilla y sobreviven por la venta de productos que compran a otras empresas. «No conozco a ningún empresario en toda España que haya tenido este problema y dos años después
continúe así. No nos dejan levantar cabeza», resume David Díaz Yáñez. «Mis padres levantaron la fábrica con sudor, trabajo y esfuerzo. No quiero que mueran sin que vuelva a estar en marcha»,
añade. SIN AFECTADOS La familia se encuentra «indefensa». Relatan que en 2022 superaron la auditoría general. En marzo de 2023, la empresa superó de nuevo la inspección, aunque con la
petición de implementar algunas mejoras. Meses más tarde, el 26 de julio, el servicio de inspección consideró que la industria no cumplía garantías higiénico sanitarias y paró parcialmente
la producción, inmovilizando el producto en tres naves frigoríficas. A primeros de julio, cárnicas Sierra Nevada presentó alegaciones y analíticas que avalaban su actividad. El resultado de
unos laboratorios contratados por la empresa salieron negativo en listeria, al igual que un análisis efectuado por la Junta del que no recibieron el resultado hasta cinco meses más tarde,
según la versión de los propietarios y sus abogados, Juan José Álamo e Ignacio Cardenete. En septiembre abrieron la actividad de fabricación de toda la empresa. «Hicimos la analítica a los
productos almacenados y le dimos salida porque cumplía la normativa. Pero después la Junta decía que no se creían las pruebas del laboratorio. Tomaron cinco muestras de esos productos,
recogidos de un proveedor nuestro, lo que afecta a la cadena de custodia, y solo en una de ellas salieron los parámetros por encima de lo que admite la normativa», comenta. RECIENTEMENTE, LA
EMPRESA HA PERDIDO EL REGISTRO SANITARIO. A RAÍZ DE UNAS ALEGACIONES QUE PRESENTARON, ASEGURAN QUE LA ADMINISTRACIÓN LES ABRIÓ UN ACUERDO DE SANCIÓN POR SUPUESTA EXTORSIÓN DONDE LE
RECLAMABAN 18.000 EUROS Lamenta que la administración no abrió procedimiento sancionador, lo que no le permitió pedir una prueba contradictoria. En octubre se decretó la alerta sanitaria y
desde entonces no levantan cabeza. «No se detectó ninguna persona que se viera afectada a raíz del consumo de los productos», argumenta Díaz. Relatan que en febrero de 2024 se autorizó
incluso la venta de parte de los productos almacenados. Solo de embutidos, sin contabilizar los jamones, producían 150 toneladas anualmente que se comercializaban en España, Francia y
Hungría. Recientemente, la empresa ha perdido el registro sanitario. A raíz de unas alegaciones que presentaron, aseguran que la administración les abrió un acuerdo de sanción por supuesta
extorsión donde le reclamaban 18.000 euros. «Estamos cansados y nos sentimos indefensos, vulnerables. Solo queremos que sean claros y nos digan qué debemos hacer para poder retomar la
actividad», apunta el propietario. «Hemos perdido clientes y la crisis sanitaria ha afectado a nuestra imagen. Cuidamos nuestro trabajo y los productos. Queremos retomar la fabricación, hay
empleados que dependen de nosotros desde hace 20 años», remacha. De igual forma, con el archivo de la causa penal, esperan que avance la instrucción de un proceso paralelo abierto por la vía
Contenciosa-Administrativa, donde pedían la suspensión del cese de actividad. Los representantes legales lamentan que la Junta de Andalucía lleva más de año y medio para remitir al completo
la documentación que ha solicitado el juzgado. Además, estudian tomar medidas legales contra la administración, ya que consideran que se podrían haber producido irregularidades. Este medio
se ha puesto en contacto con la Junta de Andalucía para conocer su versión de los hechos y espera respuesta. Por su parte, la administración andaluza destaca que la Delegación de Salud «está
instando a la empresa para garantizar la salubridad en la maquinaria y la conservación para poder dar informa favorable». Además, señalan que falta información en la trazabilidad de los
jamones.