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Mque un gran espacio escénico o un teatro de la ópera, una 'ciudad' de la música que tuviera una gran sala de conciertos y otras ... más pequeñas y polivalentes. Salas de ensayo
para la OCG, la Banda Municipal y demás de grupos y formaciones, cabinas individuales, estudios de grabación, las aulas de los conservatorios y, a su alrededor, todo un ecosistema florecido
al calor de la música: tiendas de instrumentos, partituras y discos, librerías especializadas y bares y cafés con escenario que acogieran música en vivo. Más o menos así fantaseábamos el
pasado martes María Jesús García, la clarinetista Silvia Herrero y un servidor al calor de unos tercios de Alhambra bien fríos para la entrevista de nuestro suplemento Gourmet de los
viernes. Y es que María Jesús, soprano y profesora del conservatorio profesional Ángel Barrios, está convencida de que Granada tiene público suficiente como para haberle dado vida,
llenándolo un día sí y otro también. Que nos falta creérnoslo, decía. Que Granada es un imán, un polo de atracción para el talento y que su magia traspasa fronteras. Ese espacio escénico
habría sido algo muy grande, efectivamente. Durante aquella conversación y, después, dándole vueltas estos días; me acordaba de Richard Florida y su concepto de ciudades creativas, de las
que Granada debería ser un epítome. Aplicado al concepto, al mundo de la música, habría sido la bomba, que aquí le damos a todos los estilos, desde la clásica a la popular, folklórica,
antigua y urbana. Del flamenco y el jazz al trap, hip-hop, rock, pop y todas las derivadas que se nos pudieran ocurrir. Pero no. No tendremos gran espacio escénico. Fuimos cobardes, apocados
y timoratos. Yo, el primero. Que era muy caro de construir y más complicado aún de mantener. Y es que a unas infraestructuras las consideramos inversión, a las rotondas mismamente, mientras
que todo lo referente al arte y a la cultura lleva el marchamo de gasto. Y como tal, prescindible. En Granada falta unión del sector para reivindicar más y mejores inversiones en materia
cultural. Del sector en pleno. Aquí somos más de roalillos, preocupado cada uno de lo suyo y mirando a los de al lado con recelos, envidias y suspicacias. Es lo que tienen la precariedad y
la atomización. Ojalá que la candidatura a la capitalidad sirviera para unir a la gente de la cultura y aunar esfuerzos.