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Será el penúltimo día cuando se decida el Giro, el sueño de cualquier aficionado. En el valle de Aosta, fundamental cuando ganó Charly Gaul, en ... 1959, Ivan Gotti en 1997, o el propio
Richard Carapaz en 2019, no se decidió nada, así que tendrá que ser en el Piamonte; en la Finestre o en Sestriere, las dos últimas dificultades montañosas en una jornada que supera los 200
kilómetros, agotadora y traicionera, con los últimos nueve del penúltimo puerto sin asfalto. Otra vez la tierra de los caminos de Siena, aunque esta vez cuesta arriba. En la meta de
Champoluc, con las impresionantes paredes del monte Cervino como fondo de pantalla, 4.400 metros, laderas nevadas, no se resolvió nada porque entre el líder y el aspirante hubo igualdad de
fuerzas. No tuvo la audacia suficiente Carapaz para lanzar un ataque definitivo en el Col de Joux, tal vez por falta de piernas, o porque quedaban muchos kilómetros todavía y en el horizonte
se vislumbraba la jornada de este sábado, y su ataque en la última montaña, sin la suficiente dureza como para hacer daño, lo respondió en primera persona Isaac Del Toro, que durante toda
la etapa fue escoltado con eficacia por medio equipo UAE que le protegió como quien arropa a un hijo recién nacido. Primero Igor Arrieta, después Adam Yates, sobre todo Rafal Majka, que se
desvivió por su jefe, y además sonreía el muy canalla, como si disfrutara con el sufrimiento, y al final Brandon McNulty, rodearon a su jefe como una guardia pretoriana, marcaron el ritmo
que les pedía y ataron en corto a Carapaz, que se vio en inferioridad, y a Simon Yates, con más compañeros que el ecuatoriano, pero que se desparramaron por las cunetas en los momentos
decisivos. Entre los grandes pinos y las casitas de montaña del Valle de Aosta se rodaba otra película paralela a la que protagonizaban las estrellas del Giro. Tal vez una de serie B, pero
en la que los actores, con menos caché que Del Toro o Carapaz, se esforzaban en un plano secuencia kilométrico camino de Champoluc, en el que competían entre ellos, pero también con los
protagonistas del guion que aspira a los premios de la Academia. Las escapadas van dejando secuelas por el camino. Avanzaban los fugados y cada vez eran menos, aunque Nicolas Prodhomme
siempre estaba allí, en Le Joux, junto a Carlos Verona y Antonio Tiberi, y con la película de los ases rodando un minuto por detrás. Así que el francés aceleró y sus acompañantes se
rindieron agotados, después de tantos kilómetros siempre mirando hacia arriba. Cuando llegó al valle, Prodhomme tenía nueve kilómetros de ascensión a Antagnod y después cinco de descenso
hasta la meta. Atrás el UAE mantuvo la calma y no aceleró. Cuando lo hizo Carapaz en su última tentativa de ataque, la que le dejó a solas con el líder, el valiente francés que iba por
delante ya había cogido el ascensor hacia la planta baja para ganar la etapa: «Kilómetro tras kilómetro me he ido encontrando mejor, y aunque en la última subida he visto que la diferencia
no era grande, he corrido el riesgo, he dado todo. Hoy quería jugar a ganar. La sensación es increíble». BONIFICACIONES Detrás Carapaz, que ya había hecho un amago en el último puerto de
primera después de que le pusiera el cebo Pellizzari, cuando Kelderman dejó de trabajar para Yates, exhausto ya, esperó a los dos últimos kilómetros de Antagnod, los más duros, para intentar
un último ataque de gran aliento. Fue cuando se apartaron ya los figurantes y emergió la estampa del protagonista, Del Toro, el chaval de Ensenada, que se pegó a la rueda del ecuatoriano y
no la soltó. Alcanzaron ventaja y distanciaron a Simon Yates, el tercero de la fila. Hicieron cálculos mentales sobre la bicicleta y colaboraron en el descenso, porque la situación les
beneficiaba a ambos. En la meta, el líder volvió a rebañar dos segundos más sobre Carapaz, por el reparto de las bonificaciones, y ahora la distancia con el aspirante es de 43 segundos, pero
Yates está a 1:21 y Derek Gee a 2:27. Así que la batalla por el Giro parece cosa de dos. Serán 205 kilómetros apasionantes, sobre todo los últimos 44, cuando comienza la Finestre. Entre ese
punto y Sestriere se decidirá todo antes de llegar el domingo a la Vía del Circo Máximo en Roma, después de saludar al Papa León XIV en los jardines de la Ciudad del Vaticano antes del
kilómetro 0.